Podemos enseñar a nuestros niños muchas lecciones durante nuestras rutinas diariasComo madre atareada, uno de mis mayores desafíos es encontrar tiempo y energías para estar física y emocionalmente presente para cada uno de mis hijos todos los días. Por fortuna, he aprendido que estar presente no requiere grandes gestos ni siquiera enormes franjas de tiempo. Hay que aprovechar cada momento. Y uno de ellos puede ser muy especial, cuando vas a recoger a los niños del colegio.
Con un poco de intención, podemos transformar las rutinas en momentos de profunda conexión. Aquí explico cómo he intentado hacer de los momentos de recogida de mis hijos en preescolar una oportunidad para entablar lazos significativos con mis hijos:
1 PRIORIZAR LA CONEXIÓN FÍSICA
Cuando lo permite el tráfico, siempre intento dar a mis hijos un abrazo largo y fuerte en cuanto los tengo a mano. Aunque el ambiente en preescolar tiene muchos beneficios, las horas de separación de los padres pueden resultar estresantes para los pequeños.
Los abrazos son una forma estupenda de regular los niveles de estrés, liberando oxitocina y restableciendo una conexión física. Y tal y como me advertía mi antiguo profesor y reputado antropólogo James McKenna, las madres nunca deberían ignorar su propia necesidad física y emocional de estrechar lazos con sus hijos. ¡Así que no tengo problemas para admitir que yo también disfruto mucho los abrazos!
2 OFRECER UN REGALO DE BIENVENIDA
Empecé a llevar a mis hijos una merienda que les entregaba al recogerlos justo después del abrazo de rigor. En mi caso, más que una merienda era un aperitivo, porque era casi la hora de comer y teníamos un largo camino de vuelta a casa. Pronto quedó claro que los niños dependían de ese aperitivo como parte de su rutina y que lo consideraban un pequeño gesto de mi cuidado hacia ellos.
Ofrecerles un gesto o un regalo de “bienvenida”, como un aperitivo, un juguete favorito para que les reciba en el asiento trasero o incluso la oportunidad de escoger su canción preferida cada día de vuelta a casa pueden ser formas sencillas de establecer que tus hijos ya han vuelto a estar bajo la protección y la comodidad de su familia.
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3 ABRIR UNA PUERTA AL DIÁLOGO
Una madre experimentada me dijo una vez que el trayecto en coche de vuelta a casa desde la escuela es el momento en que más aprendes sobre el día de tu hijo. Estoy segura de que no es algo universalmente cierto, ya que muchos niños necesitan relajarse antes de tener energías para hablar, pero sí creo que abrir la puerta al diálogo y crear una rutina donde se fomente puede ser de utilidad.
Una vez instalados en sus asientos, normalmente digo algo como: “¡Estoy deseando saber cómo os ha ido el día! ¿Queréis hablar ahora o preferís descansar un ratito antes?”. Cuando están listos para hablar, me centro en preguntar cosas muy concretas, porque he descubierto que de esta manera es más probable recibir respuestas. En vez de preguntas genéricas como “¿qué tal el día?”, intento preguntar sobre proyectos específicos que hayan tenido, con quién jugaron en el recreo y, especialmente, por cómo se sintieron en ciertos momentos del día (por ejemplo, “cuando trabajaste en ese proyecto, ¿te sentiste contento y feliz o frustrado?”).
También hago muchas preguntas sobre sus compañeros, para mostrarles pronto que es aceptable compartir cosas conmigo sobre lo que sucede en su grupo de pares.
Estos tres gestos tan sencillos han convertido la rutina de recoger a los niños del colegio en un momento sagrado entre mis hijos y yo, un momento de conexión que espero con entusiasmo cada día.