El cardenal Kurt Koch explica el primer Concilio Ecuménico de la historia y su importancia también en el camino de la sinodalidad “El Credo del Concilio (de Nicea) todavía une a todas las Iglesias Cristianas y comunidades eclesiales hoy en día. Su importancia ecuménica es muy grande”. Así lo afirma el cardenal Kurt Koch en un artículo publicado este lunes, 18 de enero, en L’Osservatore Romano.
Además, como “signo elocuente”, subrayó la decisión del Papa Francisco de dedicar “la asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos de 2022 precisamente al tema de la sinodalidad. “Para una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
“Este sínodo no sólo será un evento importante en la Iglesia Católica, sino que contendrá un mensaje ecuménico significativo, ya que la sinodalidad es un tema que también mueve al ecumenismo, y lo mueve profundamente”.
El artículo tiene como contexto, asimismo, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18 al 25 de enero).
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La historia en apoyo del ecumenismo y de la sinodalidad
“En 2025 celebraremos el 1.700 aniversario del primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia, que tuvo lugar en Nicea en el año 325”, escribió el también Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Así, la voz más autorizada, después de la del Papa, sobre diálogo ecuménico en el Vaticano es la del cardenal suizo, Koch. En su artículo destacó la importancia del aniversario del primer concilio ecuménico convocado por el emperador Constantino.
Esto porque “había estallado una violenta disputa dentro del mundo cristiano sobre cómo la profesión de fe cristiana en Jesucristo, como Hijo de Dios, podía reconciliarse con la creencia igualmente cristiana en un solo Dios”.
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Amenaza a la unidad
“En esta disputa el Emperador vio una seria amenaza a su plan de consolidar la unidad del Imperio sobre la base de la unidad de la fe cristiana. Vio la división emergente de la Iglesia principalmente como un problema político, pero fue lo suficientemente perspicaz como para entender también que la unidad de la Iglesia no se lograría por medios políticos, sino sólo por medios religiosos“.
Por ello, convocó “el primer concilio ecuménico en la ciudad de Nicea en Asia Menor, cerca de la metrópoli de Constantinopla que había fundado”.
El cardenal describe que el Concilio de Nicea es importante porque “rechazó el modelo de monoteísmo”. Un modelo propagado por “el teólogo alejandrino Arius, según el cual Cristo sólo podía ser “Hijo de Dios” en un sentido impropio. El Concilio contrastó este modelo con la profesión de fe en Jesucristo, Hijo de Dios, “de la misma sustancia del Padre”.
El Credo de Nicea
“El Credo del Concilio todavía une a todas las Iglesias Cristianas y comunidades eclesiales hoy en día, y su importancia ecuménica es muy grande. En efecto, la restauración ecuménica de la unidad de la Iglesia presupone un acuerdo sobre el contenido esencial de la fe, un acuerdo no sólo entre las Iglesias y las comunidades eclesiales de hoy, sino también un acuerdo con la Iglesia del pasado y, sobre todo, con su origen apostólico”.
Kurt Koch escribe que el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea será una ocasión para conmemorar este Concilio “en comunión ecuménica y para reflexionar de manera renovada sobre su profesión de fe cristológica”.
“Escuchemos, discutamos en grupo, pero sobre todo prestemos atención a lo que el Espíritu tiene que decirnos” (Soñemos de nuevo, página 97).
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Sinodalidad y ecumenismo
“La palabra ya lo indica: “sínodo” se compone de las palabras griegas hodos (camino) y syn (con). Expresa el caminar juntos en un camino”, describió el experto. En este sentido, “el Concilio de Nicea marcó el comienzo “de la modalidad sinodal aplicada a la toma de decisiones”.
“En este espíritu ecuménico, el Papa Francisco también habla fuertemente a favor de promover los procedimientos sinodales en la Iglesia Católica”, como “camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (17 de octubre de 2015).
Sin embargo, advierte el cardenal Koch, “el Santo Padre se preocupa no tanto por las estructuras e instituciones, sino por la dimensión espiritual de la sinodalidad, en la que el papel del Espíritu Santo y su escucha común son de fundamental importancia”.