Cuando te avergüences, cuando estés abatido o angustiado; Él vendrá a ti y te consolaráRezar con los salmos es una guía semanal que te ofrecemos para meditar sobre la Palabra de Dios. Hoy te presentamos el Salmo 34.
Este salmo parece ser un consejo a un grupo de hombres que, refugiados por sus angustias, necesitan saber qué esperar. El salmista ofrece un consuelo: buscar al Señor y glorificarlo porque Él siempre responde.
Es una alabanza que invita a un pueblo a bendecir el nombre de Dios. La vida misma fluye a través de una bendición: Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor.
El Rey David, al ser rescatado por su Señor cuando es perseguido, siente alivio y agradecimiento y por eso no se glorifica a sí mismo, sino que reconoce que ha sido salvado por su Creador y manifiesta su alabanza a todos cuantos escuchan.
El cristiano da testimonio
Del mismo modo, el cristiano sabe que no se ha dado la vida a sí mismo ni que ha sido salvado por sus méritos, sino que ha habido Alguien.
Dios con su amor infinito, a pesar de las fallas humanas, ha querido dar el más grande regalo de todos: su amor incondicional, salvando al hombre una vez y para siempre y, paradójicamente, todos los días de su vida.
David sabe alabar e invita a orar a otros y reconocer al Dios de Israel como el único; esa misma enseñanza la podemos reconocer hoy. El cristiano es testigo de Alguien, de Dios, del Padre, del Abba; y con su testimonio comunica esa verdad a los demás, para que vengan y vean, para que busquen y encuentren.
Salmo 34(33),4-5.6-7.16-17.18-19
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y los salvó de sus angustias.
Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
Texto bíblico: Libreria Editrice Vaticana
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