Un informe da cuenta de cómo grupos ilegales intensifican la búsqueda de jóvenes para ejecutar el sicariato en la disputa de territorios para la venta de droga. En medio de esto, el ejemplo de un misionero que busca “salvar vidas” en una de las zonas más violentas del país. La muerte del famoso presentador de TV Efraín Ruales, el 27 de enero de 2021, sigue generando ruido en Ecuador. Su historia la pudiste conocer en Aleteia. Desde aquel día a esta parte han seguido las investigaciones en procura de esclarecer un asesinato que mantuvo a Ecuador en oración.
Pero recientemente, el medio local El Comercio, hace referencia al trabajo que han estado haciendo el Ministerio del Interior y la Policía. A través de un informe hacen referencia a que las persona involucradas en los hechos tenían “entrenamiento”. Y también se conoce que hay tres jóvenes de 18, 19 y 23 años como participantes.
En ese sentido, para los investigadores, estos jóvenes fueron reclutados por bandas cuando eran menores de edad.
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Jóvenes para el sicariato
El caso del presentador asesinado deja de alguna manera también al descubierto un drama que se ha venido incrementando en Ecuador en los últimos dos años. Esto tiene que ver directamente con el reclutamiento que hacen los grupos ilegales para sumar a sus filas a jóvenes sicarios. Todo también en el marco de una disputa territorial por la venta de droga.
Si bien en el artículo se hace referencia a la incidencia de estos grupos en sitios como Guayas, cuya capital es Guayaquil, la situación también es verificable en otras provincias como Esmeraldas, Manabí, Los Ríos y El Oro. Es así que también aparecen zonas fronterizas y sitios cercanos a Colombia, país desde donde en muchos casos se ofrece “formación” para estos delitos.
Los ejemplos continúan, suceden en barrios populares o zonas alejadas. Los métodos siguen siendo los mismos, al principio se dedican a la venta de pequeñas dosis de drogas. Luego ya empiezan a utilizar armas y prepararse para disparar a las víctimas.
Entre otros medios, estos jóvenes suelen utilizar motocicletas y vehículos para huir rápido. Un tema que llena de dolor a múltiples familias y ampliamente denunciado por miembros de la Iglesia y hasta por el propio papa Francisco en cuanto al impacto del narcotráfico en la vida de las comunidades.
El misionero que lucha por la paz en Esmeraldas
En medio de esta difícil situación también hay lugar para “la otra cara”, esa que tal vez no tenga tanta repercusión o tenga ruido en los medios. En este caso la labor del misionero burgalés José Antonio Maeso, quien reside en Ecuador desde 2001 y está al frente del proyecto “Nación de Paz”.
José Antonio se desempeña trabajando con jóvenes de zonas donde impera la violencia como Esmeraldas, frontera con Colombia. Es un claro ejemplo de alguien que se ofrece por buscar que los menores no caigan en las redes de los grupos ilegales. Entre las personas que rodean a José Antonio se encuentran muchos que vienen del mundo de las pandillas y también víctimas de violencia.
La misión de José Antonio consiste en promover el juego, ya sea desde títeres, hasta fútbol callejero o arte urbano. De su proyecto educativo ha cobrado fama el títere Pazita, una herramienta que sirve para llevar la voz del Papa a los lugares más difíciles.
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«Yo creo que nuestra misión fundamental no es cambiar el mundo, porque está bien complicado, pero sí hacer personas resilientes, personas supervivientes y sobrevivientes que, en medio de las dificultades, vean motivos de esperanza. Nosotros decimos que trabajamos en la prevención, que es como el jarabe para la tos, y la provención, que es como una mochila de herramientas que nos ayuda, cuando estalle el conflicto, a tener las habilidades suficientes para que sea de menor intensidad», reflexiona José Antonio en una nota publicada por la Arquidiócesis de Burgos en 2019.
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