Saber que Dios está es liberador y anima al alma a vencer con valentía cualquier obstáculo
Rezar con los salmos es una guía semanal que te ofrecemos para meditar sobre la Palabra de Dios. Hoy te presentamos el Salmo 102 (101).
Este salmo es considerado como uno de los siete salmos penitenciales y pinta a una nación en ruinas. Por lo tanto, se vuelve un clamor desde la aflicción y una súplica a la presencia del Señor en el momento de la muerte y la destrucción.
El canto muestra a un hombre desesperado ante la pavorosa sensación de la ausencia de Dios. Sin embargo, en cuanto se da cuenta de que la Presencia no lo ha abandonado y, a pesar de las desavenencias, Dios muestra su rostro, su carga se vuelve soportable.
Canto en el peligro
La oración de invocación del salmista va más allá de los problemas personales; son cantos que se invocan en el peligro a la nación, al pueblo, a la salud, a todos los campos de la vida. Porque el Señor es dueño de todo y todo lo mira y puede.
Cuando los enemigos triunfan sobre el pueblo desvalido, la aclamación se vuelve más evidente, al sentirse abandonado. Dios, por su parte, jamás ha dejado de estar y de Ser en medio de su pueblo. Y tampoco en medio de cada historia humana.
Dios salva al hombre de la muerte, esa interior. De la oscuridad de la soledad y el desconsuelo. No importa lo que se atraviese; la confianza de saber que la Vida está presente, hace que las crisis, dolores, persecuciones, sean soportables. No las cargamos solos.
Saber que Dios está y que libera de la muerte es bálsamo para el alma para vencer con coraje y valentía cualquier obstáculo sin temor.
Es quizá una ocasión para hablarle al Dios de la vida y agradecerle que, a pesar de las desdichas, de la muerte física, siempre vence la vida, siempre vence su amor. Junto a Él sobreabunda la gracia en momentos de pecado y desacierto.
Salmo 102(101),2-3.16-18.19-21
Señor, escucha mi oración
y llegue a ti mi clamor;
no me ocultes tu rostro
en el momento del peligro;
inclina hacia mí tu oído,
respóndeme pronto, cuando te invoco.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.
Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
Texto bíblico: Libreria Editrice Vaticana
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