Para los cristianos, la alegría no es el resultado de una vida fácil y sin problemas, sino de una profunda y permanente actitud que nace de la fe en Cristo, de la filiación divina, de saberse hijo de Dios y amadísimo por Dios.
Hoy hablamos de la felicidad del cristiano en el trabajo con Salvatore Moccia, doctor de la Universidad de Navarra, MBA de St. John’s University de Nueva York y Director del Máster Ejecutivo en Transformación e Innovación Digital de la Universidad UNIR - La Rioja.
Sus campos de investigación son el buen humor y la productividad, el liderazgo y los valores y la gestión estratégica.
Es autor de “La felicidad en el trabajo”, y coautor con Tomás Trigo de “Trabajar con buen humor en la empresa y siempre” y “Trabajando con Jesús, oraciones para la vida laboral”.
Uno de los principales objetivos de la psicología del trabajo y de las organizaciones es promover tanto el bienestar como el rendimiento de los empleados.
-¿Hay diferencias entre estar alegre y ser feliz?
Lo primero es efímero, lo segundo es permanente.
La felicidad consiste en disfrutar diariamente de lo que tenemos, no esperar a que nos suceda algo extraordinario. Los que son felices, hacen felices a los demás. De hecho, algunos autores prefieren utilizar un concepto más manejable desde una perspectiva psicológica y hablan de bienestar subjetivo.
Este se compone de tres elementos: elevado número de satisfacciones personales y de sentimientos positivos y bajo número de sentimientos negativos.
- ¿Es una cuestión de sentimientos o de razón?
La felicidad es un sentimiento que la razón no explica al 100%.
Ser feliz supone que el hombre sea capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y sus conflictos. Si el hombre quiere ser feliz, no debe olvidar que la felicidad es el resultado de una conquista, primero sobre él mismo y luego sobre un mundo en el que debe tener en cuenta, no solamente las fuerzas naturales, sino también a los demás hombres.
Las emociones como la alegría, el entusiasmo, la satisfacción, el orgullo, la complacencia, etc., aunque fenomenológicamente son distintas entre sí, comparten la propiedad de ampliar los repertorios de pensamiento y de acción de las personas y de construir reservas de recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales disponibles para momentos futuros de crisis.
Experimentar emociones positivas es siempre algo agradable y placentero a corto plazo y, además, tendría otros efectos beneficiosos más duraderos, en la medida en que prepara a los individuos para tiempos futuros más duros.
- ¿Qué fundamentos cristianos cree que influyen en la felicidad en el trabajo?
La fe, la esperanza y la caridad. En la naturaleza humana existe una disposición y capacidad para la virtud.
- ¿Cuál es el poder de un empleado tóxico frente a uno feliz?
Yo lo preguntaría al revés. ¿Cuál es el poder de un empleado feliz frente a uno tóxico? Hay un estudio empírico llevado a cabo en el 2002 que indica con claridad que las personas que participaron en el experimento y que estaban de buen humor, en comparación con los participantes que estaban de humor neutral, obtuvieron mejores resultados, demostrando un mayor nivel de perseverancia, mayor empeño y niveles de motivación.
Otro estudio empírico realizado en 2006 sobre 2010 trabajadores ingleses, confirma que los individuos que experimentan emociones positivas puntúan más positivamente en indicadores claves de rendimiento como satisfacción en el trabajo, sentido de trabajo, compromiso cognitivo y físico, lealtad y productividad.
El autor subraya que las emociones positivas no son solamente el resultado de hacer bien las cosas, sino que incluso aumentan las potencialidades para hacer bien las cosas también en el futuro.
- ¿Existen diferencias entre satisfacción laboral y felicidad laboral?
Yo diría que la satisfacción laboral contribuye a la felicidad del trabajador. Pero lo que más me gusta evidenciar es que la felicidad es contagiosa hasta tres niveles. Dicho de otra forma: si somos capaces de construir empresas cuyos trabajadores están satisfechos y felices, contribuiremos a la construcción de una sociedad menos amargada y más feliz.
- La felicidad en el trabajo proviene de la forma en que elegimos gestionar nuestros pensamientos. Pero ¿incide el estilo de dirección de la organización en la felicidad de los empleados?
Claro. El mal humor de los de “arriba” es altamente tóxico. Otra vez, veámoslo desde la perspectiva de la positividad. Las emociones positivas no solamente pueden transformar a los individuos, sino que pueden actuar también a nivel organizativo.
En particular, las emociones positivas individuales pueden contribuir a la transformación de las organizaciones y de las comunidades, dado que las emociones tienen resonancia interpersonal.
Por tanto, creando unas cadenas de eventos que “transporten” las emociones positivas entre los distintos elementos de la cadena, estas mismas emociones pueden transformar las organizaciones en organizaciones sociales más cohesivas, más morales y armoniosas.
En este respecto, hay un estudio empírico del 2008 que confirma lo que acabamos de decir y muestra que la felicidad se puede extender, dentro de una red social, de unas personas a otras, hasta alcanzar los tres niveles, llegando a la conclusión de que la felicidad de las personas depende de la felicidad de aquellas con las que se relacionan, y que, por tanto, la felicidad – como la salud pública – tiene que considerarse como un fenómeno colectivo.
Durante la investigación se analizó la felicidad de casi 5.000 personas a lo largo de un periodo de 20 años. Demuestra que cuando una persona es feliz, el efecto de conexión en red puede medirse hasta el tercer grado.
Esto quiere decir que la felicidad de una persona pone en marcha una reacción en cadena que beneficia no sólo a sus amigos, sino a los amigos de sus amigos, y a los amigos de los amigos de sus amigos, hasta al tercer nivel.
- Se dice que el flow o el “fluir” es el estado en que las personas se hallan involucradas en la actividad y nada más parece importarles. La actividad por sí misma es tan placentera que la persona la realiza aunque suponga un gran coste. ¿Cuáles son los elementos claves para llegar a ese nivel? ¿Cuáles son las habilidades necesarias para llegar al flow?
Primero de todo, quiero recordar que el flow está relacionado con el bienestar y con la felicidad. Dicho esto, también quiero subrayar que la felicidad es un estilo de vida, es un camino que no acaba nunca. Por lo tanto, a diferencia del flow que es un estado temporal, la felicidad es mucho más interesante. Pero, el flow mismo puede ser un recorrido que contribuye al camino para la felicidad. ¿Qué habilidades son necesarias para alcanzar el flow?
- Si las compañías con empleados felices son más productivas, ¿por qué siguen existiendo empresas que “cosifican” a los trabajadores? ¿Son empresas sin “alma”, por decirlo de forma coloquial?
No, no se trata de que sean sin alma, sino de que siguen aplicando modelos de gestión empresarial que se diseñaron hace 100 años. Piensa solo en el tema del control del horario de trabajo. ¿Por qué no empezamos a medir la eficiencia de los trabajadores en vez de medir su presencia horaria? Y sigo. ¿Por qué tenemos que aplicar a todo el mundo el mismo contrato laboral estándar si cada uno de nosotros es diferente?
- ¿Cómo piensa que la pandemia ha podido influir en la felicidad o el estado de ánimo de los empleados (aquellos que todavía tienen trabajo)?
Esta es una pregunta difícil de contestar. No podemos generalizar las respuestas de todos los trabajadores frente a la pandemia. No es lo mismo una cuarentena en casa de 80 m2 con tres hijos o una cuarentena en casa con piscina y jacuzzi.
Sí que es cierto que la pandemia nos ha dado la oportunidad de reencontrarnos con nosotros mismos y redescubrir la importancia de las pequeñas cosas. Ahora, se trata de preguntarse si hemos aprendido o no y si queremos cambiar o volver a lo de siempre.
- ¿De qué factores depende la felicidad en el trabajo?
Los elementos de las compañías felices son los siguientes:
- ¿Piensa que los reclutadores buscan, de verdad, empleados alegres?
Pienso que las actuales turbulencias económicas nos están enseñando a volver a utilizar modelos organizativos y empresariales en los que la dimensión humana pueda reinar y volver a ocupar el lugar privilegiado que le corresponde.
La búsqueda del súper especialista, del súper talento, tiene que ser sustituida, al fin y al cabo, por la búsqueda de gente con corazón, con unos valores que permitan garantizar un trabajo bien hecho, un trabajo hecho con ilusión en un ambiente de confianza y, sobre todo, un trabajo hecho por gente que en los momentos de dificultad se quede con la empresa en vez de huir a la búsqueda de una nueva.
- Parece que la felicidad no puede ser permanente, sino que se compone de épocas o momentos felices a lo largo de la vida. ¿Se puede ser feliz pero no estar alegre en momentos de dificultad?
Es demasiado fácil ser feliz cuando las cosas van bien. Incluso en los tiempos difíciles, se pueden encontrar momentos de alegría, afortunadamente.
Siempre habrá alguien que está peor que nosotros.
- ¿En qué aspectos influye la felicidad de los empleados? ¿Sólo en la productividad?
A nivel individual, las personas con sentido del humor:
- La “hiperproductividad” que exigen determinadas empresas a sus empleados, con horarios imposibles y objetivos inalcanzables ¿se conjuga con la felicidad en el trabajo?, ¿no sería preferible mejorar procesos y escuchar al empleado?
Te replanteo la pregunta. ¿No podría mejorar el ambiente de trabajo si cada uno se esforzase en pensar más en los demás?
Seamos realistas: el ambiente solo mejora si cada miembro trata de mejorar personalmente.
No existen estructuras mágicas que hagan buena a la gente. Las estructuras organizativas pueden ayudar o ser un obstáculo. Pero lo más importante es el corazón de cada persona, su capacidad para superarse, para salir de su egoísmo y tender una mano a los demás.
Además, las personas que piensan de verdad en los demás son las que consiguen cambiar las estructuras injustas.
- Entonces, ¿empresa feliz, empresa rentable?
Fíjese que uno de los gurús de la Calidad Total – Ishikawa – en 1985 llegó a afirmar que “una organización cuyos miembros no son felices y no pueden alcanzar la felicidad, no merece existir”. Después de unos 20 años, otro economista, Stefano Zamagni, de la Universidad de Bologna, presentó la provocativa tesis de que “no solo es posible compaginar la competitividad en la empresa con la felicidad, sino que es necesario atender a la cuestión de la felicidad si la empresa quiere ser competitiva”.
Me gustaría terminar esta entrevista con unas invitaciones que contestan a su pregunta.
Quisiera invitar:
Debemos reconocer y dar valor a lo que tenemos: una casa, sanidad pública, comida y dar gracias. La alegría nos la tiene que dar las pequeñas cosas. La felicidad no se alcanza, es un camino. Es disfrutar de lo que tienes.
La oración del buen humor de Santo Tomás Moro es fantástica para empezar cada mañana, para descubrir la alegría todos los días.