La historia sagrada ha sido inacabable fuente de inspiración para el mundo del arte. Expertos y no tan expertos, todo el mundo conoce obras como la Piedad de Miguel Ángel o el Cristo Crucificado de Velázquez. Muy pocas fueron las mujeres a las que se les permitió desarrollar su talento artístico pero de las que consiguieron alzarse como pintoras o escultoras, muchas no olvidaron representar estas dramáticas escenas de la vida de Cristo.
Recordamos aquí alguna de ellas.
La práctica totalidad de obras de arte que nos han llegado de Josefa de Óbidos, pintora barroca a medio camino entre España y Portugal, fueron piezas de temática religiosa.
Este conmovedor Calvario en el que Cristo crucificado está rodeado de las que parecen ser las tres Marías es un buen ejemplo de ello.
Considerada una de las pintoras más importantes de la Contrarreforma, Lavinia Fontana dedicó parte de su obra a recrear escenas sagradas como este Cristo, considerado uno de sus cuadros más antiguos.
En él destaca el impecable estudio de la anatomía, algo poco usual en una mujer artista en aquellos tiempos. El dramatismo con el que Jesús se reclina sobre los pequeños ángeles es un rasgo identificativo del barroco .
Sofonisba Anguissola se ganó el respeto del mundo del arte y de los muchos e ilustres clientes que tuvo a lo largo de su carrera, sobre todo realizando infinidad de retratos. Pero buena parte de su obra pictórica también se centró en escenas bíblicas.
En este caso, se trata de la representación de la Piedad de Jesús. En el lienzo, atribuido en un principio a otro pintor, Sofonisba nos muestra la soledad y el dolor de una madre, María, sosteniendo el cuerpo sin vida de su hijo, única parte de la obra iluminada.
Plautilla Nelli es una de las pintoras más antiguas de las que se tiene constancia. Perteneció a la época renacentista y desarrolló su talento tras los muros de un convento pues profesó como monja dominica cuando tenía catorce años.
En esta emotiva Piedad, son varias las personas, hombres y mujeres, que sostienen el cuerpo sin vida de Cristo mientras lloran y se lamentan en una escena que muestra con gran detalle el dolor de Jesús y de sus fieles discípulos.
Referente indiscutible de la imaginería barroca española, Luisa Roldán, conocida como La Roldana, realizó muchas esculturas representando la historia sagrada. Sus dulces Natividades contrastan con el dolor transmitido en las piezas que esculpió relacionadas con la pasión y muerte de Jesús.
Entre ellos, destacan una piedad con Cristo descendiendo de la cruz y un conmovedor entierro. En ambas piezas, las figuras parecen cobrar vida transmitiendo un intenso sufrimiento.
La artista alemana Käthe Kollwitz sufrió uno de los peores dramas a los que una madre pueda enfrentarse, la muerte de un hijo. Hecho del que nunca se recuperó y que plasmó en su visión personal de la Piedad. Esta escultura que recrea la misma estructura de otras piezas en las que María llora la muerte de Jesús, inmortaliza a una anciana abatida con el cuerpo de su hijo muerto entre sus brazos.
Elena Popea, pintora rumana situada en la época modernista, centró su obra pictórica en paisajes y escenas cotidianas. Pero hizo una excepción con esta sencilla Piedad en la que las figuras parecen esbozos transmitiendo igualmente la tristeza de la escena.
Esta pintora húngara muy poco conocida, aprendió los rudimentos del arte de manera autodidacta y llenó sus lienzos de intensa expresión. Su personal visión de la Piedad nos presenta a una María que parece una campesina, ocultando el rosto para no mostrar su dolor, y un Cristo idealizado, muerto pero sin ningún rasgo del calvario en la cruz.