"Cuando rezamos, nunca lo hacemos solos: aunque no lo pensemos, estamos inmersos en un majestuoso río de invocaciones que nos precede y nos sigue". Con estas palabras inicia el Papa Francisco su catequesis, en la audiencia general de este miércoles, dedicada al vínculo entre la oración y la comunión de los santos.
Las palabras del Papa se introducen con la lectura de un pasaje de la Carta a los Hebreos en el que se habla de los primeros cristianos en su camino, con la mirada fija en Jesús, rodeados de una 'multitud de testigos'.
Francisco subraya el continuo entrelazamiento entre la experiencia personal y la del pueblo y de la humanidad en su conjunto, a la que pertenecemos, expresada en las oraciones contenidas en la Biblia: liberaciones, deportaciones, exilio, momentos de alegría como el encuentro entre María y su prima Isabel cantaba en el Magnificat. En las oraciones, el dolor de uno se convierte en el dolor de todos y también la felicidad.
El Papa Francisco observa que alguna vez las tumbas se ubicaron cerca de las iglesias "como para decir que en cada Eucaristía participan de alguna manera las filas de los que nos precedieron".
Está la fe transmitida que hemos recibido y con ella también la forma de orar, la oración. "Los santos todavía están aquí – dice –no lejos de nosotros" y especifica:
Incluso en el último momento de la vida, dice el Papa, es posible convertirse y recuerda que el primer santo canonizado, por el mismo Jesús, fue un ladrón, el buen ladrón. "La santidad, dice, es un camino de vida, de encuentro con Jesús, tanto largo como corto, y en un instante".
Refiriéndose al Catecismo, Francisco explica que los santos "no cesan de cuidar a los que han dejado en la tierra" y que, por tanto, "podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero".
Se trata de "una misteriosa solidaridad" en Cristo entre nosotros y los que nos precedieron.
Y espontáneamente, agrega:
Muchos de nosotros hemos sido bautizados con el nombre de María, santa o santa, señala el Papa, y esto no deja de tener sentido. Ellos, dice, solo están esperando para "echarnos una mano" y concluye:
Al final de la catequesis, dirigiéndose a los fieles de habla polaca, el Papa recuerda que el próximo domingo la Iglesia celebrará la Fiesta de la Divina Misericordia, instituida por San Juan Pablo II.
Nos recordó, prosigue Francisco, "que la liturgia de este domingo parece trazar el camino de la misericordia que, al reconstruir la relación de cada uno con Dios, suscita también nuevas relaciones de solidaridad fraterna entre los hombres".
El hombre, de hecho, recibe la misericordia de Dios, "pero también está llamado a 'mostrar misericordia' hacia los demás". Pedimos, concluye el Papa, "la gracia del perdón y el amor activo al prójimo"
Por Adriana Ghisotti, artículo publicado originalmente en VaticanNews