Los dichos y frases hechas son parte esencial de una lengua, lo cual es tanto como decir que son parte esencial de nuestra historia. Conocer nuestra lengua es, en cierto modo, conocernos a nosotros mismos.
Sin duda, nuestra lengua es rica en matices y en significados. El idioma va adquiriendo tonos y colores nuevos en cada época histórica, de tal manera que se va nutriendo de acontecimientos, sucesos y de mil circunstancias más.
Por ejemplo, las labores del artesano, las tareas del campesino, las festividades en el calendario, la observación de la naturaleza y otras cuestiones que son una muestra de la sabiduría popular, finalmente forman parte de la riqueza del idioma español.
Pero también la religión ha sido motivo de la creación de muchas de estas expresiones que nos vinculan a la historia de nuestros antepasados. En una sociedad cristiana como la nuestra, las expresiones religiosas están asociadas a la piedad popular.
¿Su origen? Aunque en ocasiones su origen sea culto, su pervivencia en la lengua se debe a su uso popular, porque ha arraigado en el pueblo, quien ha difundido y convertido la expresión o dicho en una forma de comunicación habitual.
Por ejemplo, el tiempo litúrgico de la Semana Santa y la Pascua y los hechos asociados a estas fechas inspiran muchas expresiones y dichos en nuestra lengua. La Pasión del Señor, algunos de sus protagonistas y acontecimientos o pasajes han dado lugar a distintas expresiones que adornan nuestras conversaciones.
Conozcamos algunas de ellas:
En el caso de referirnos a alguien o algo que es tratado con mucha delicadeza y cuidado decimos que lo llevamos o traemos “en palmitas” o cuando hacemos referencia a conseguir un premio o conseguir un éxito, decimos “llevarse la palma”. Ambas expresiones tienen su origen en la entrada de Jesús en Jerusalén cuando fue recibido con palmas y laurel por sus habitantes el día de la Pascua judía.
“¡Hosanna, hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Juan 12, 13)
Algunos de los discípulos de Jesús o personajes que aparecen durante la Pasión del Señor han dado lugar también a diferentes expresiones. Si señalamos que alguien “está hecho un Judas” o “es un Judas” nos referimos a su carácter falso y traidor, ya que fue este discípulo, Judas Iscariote, quien entregó a Jesús por 30 monedas de plata a las autoridades.
Por otra parte, cuando aludimos a una situación de indecisión o titubeo, o si andamos de un lado para otro sin encontrar solución o remedio a un asunto, solemos utilizar la frase “Ir de Herodes a Pilatos”, cuyo origen se encuentra en el itinerario burocrático y administrativo sufrido por Jesús en su Pasión: tras apresarlo, éste fue trasladado ante los sumos sacerdotes, primero ante Anás y luego ante Caifás, de allí fue conducido ante el Sanedrín, pero era el gobernador romano Poncio Pilatos quien debía revisar su causa. Como no encontró delito, Jesús fue conducido ante Herodes, y éste lo devolvió de nuevo a Pilatos, que finalmente lo condenó a la cruz.
Pilatos da lugar también a la frase “lavarse las manos como Pilatos” para describir la falta de compromiso, de contraer obligaciones o desentenderse de algún asunto.
“Viendo Pilatos que todo era inútil, sino que al contario, se iba formando un tumulto, mandó traer agua y se lavó las manos ante el pueblo diciendo: Inocente soy de esta sangre” (Mateo 27, 24).
En realidad, Poncio Pilatos quería liberar a Cristo y sugirió al pueblo su perdón. Sin embargo, los judíos instigados por el Sanedrín, eligieron liberar a Barrabás, un criminal muy peligroso y revolucionario. Por esta razón, cuando mencionamos a una persona malvada y con malas intenciones, solemos decir que es “de la piel de Barrabás”. De la misma manera, cuando decimos que alguien ha hecho alguna fechoría señalamos que ha hecho “una barrabasada”.
Simón de Cirene, quien según los evangelios fue obligado a cargar con la cruz de Jesús camino del Calvario, protagoniza otra expresión en nuestro idioma: “Necesitar de un cirineo”, utilizada cuando queremos explicar que alguien necesita de ayuda en algún trabajo o en alguna situación determinada.
Por otro lado, entre los seguidores de Jesús había algunas mujeres como María Magdalena. Ella fue la primera en acudir el domingo de resurrección al sepulcro de Jesús para perfumar y arreglar el cuerpo de su maestro. Pero cuando llegó al lugar, la piedra estaba movida y el sepulcro estaba vacío. Unos ángeles le preguntan: “Mujer, ¿por qué lloras?” (Juan 20, 13). Este motivo dio lugar a la expresión “llorar como una Magdalena”, que describe a las personas que lloran copiosamente y en abundancia.
Del mismo modo, la negación de Pedro en tres ocasiones después de que detuvieran a Jesús, inspira frases hechas como “En menos que canta un gallo” para indicar que algo va a ocurrir pronto y brevemente. Este episodio origina también la expresión “Otro gallo le cantaría”, que suele usarse cuando se pretende avisar a alguien de que está actuando mal y se le aconseja hacerlo de otro modo.
Nos podemos imaginar, ya que lo conocemos gracias a los evangelios y en Semana Santa lo contemplamos durante el Via Crucis, que el camino de Jesús con la cruz hacia el Gólgota fue una de las experiencias más duras y dolorosas que puede soportar un hombre. Por eso este pasaje sufrido por Cristo, ha originado expresiones como “Cargar con la Cruz”, “Pasar un calvario”, “Estar hecho un Ecce Homo”, “Pasarlas moradas”, “La procesión va por dentro” o “Traer por la calle de la Amargura”. Todas ellas aluden a tener una desgracia o pasar alguna tribulación y sufrimiento.
Por otro lado, después de la resurrección del Señor, Santo Tomás protagoniza el famoso episodio de incredulidad, cuando los apóstoles le anuncian que han visto a Jesús y éste les contesta que “si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no lo creeré” (Juan 20, 25). Este hecho motivó la expresión “Meter el dedo en la llaga” utilizado en sentido figurado con el significado de referirse a un tema delicado que puede molestar o hacer daño a otra persona.
La frase “una y no más, Santo Tomás” se usa cuando se ha recibido un daño y no se tiene intención de volver a cometer ese error o caer en la trampa. Parece que cuando Jesús se apareció a Tomás y éste vio sus heridas de la Pasión, no tuvo intención de desconfiar nunca más. Sobre todo después de escuchar las palabras de su maestro: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20, 29).
Al contrario del dolor en la cruz, Pascua es un tiempo de alegría y de celebración que ha influido en expresiones alusivas a esos sentimientos. Por ejemplo, cuando nos referimos a alguien como “Más alegre que unas Pascuas” o decimos que “Cada día no es Pascua”.
O a la inversa, cuando fastidiamos o perjudicamos a uno decimos “Hacerle la Pascua”. En este caso la frase tiene su origen en el cordero pascual que era sacrificado en ese tiempo por los judíos en honor de Dios. Hacer la Pascua a uno es hacerle lo mismo que al cordero: sacrificarlo.
También hay otras expresiones que incluyen y hacen alusión a la Pascua. Por ejemplo “De Pascuas a Ramos” que se utiliza para referirse a un tiempo muy largo y espaciado o que algo ocurre muy raramente. Ya que, desde el domingo de Pascua de un año al domingo de Ramos del siguiente, va mucho tiempo, aunque solo les separen siete días. La expresión coloca los términos al revés, Pascua y Ramos, y no Ramos y Pascua.
También es muy popular el dicho “Hacer Pascua antes de Ramos”. Se refiere al hecho de que no se puede alterar el orden natural de las cosas y, en concreto, se aplica a la norma moral de no tener hijos antes del matrimonio.
Estas expresiones son muy gráficas e imaginativas. En ocasiones tiernas, divertidas, pero también severas, pero siempre dan a entender con gran precisión lo que el hablante quiere decir.
Además, estos dichos se entrelazan con nuestras palabas y se cuelan en nuestras conversaciones habituales, aportando una pincelada.
Ahora que ya entendemos más y mejor su significado, os animamos a utilizarlas.