Les deseo a todos ustedes, querido lectores de Aleteia, una feliz pascua de resurrección.
A lo largo de la Semana Santa tal vez meditamos las 7 palabras de Nuestro Señor en la Cruz.
Sin caer en superstición, el 7 es el día de la perfección: Dios descansa al séptimo día después de la obra creadora; son 7 palabras de Nuestra Señora que recogen los Evangelios; 7 palabras de Nuestro Señor desde lo alto de la cruz; 7 palabras de Jesús desde su resurrección hasta la ascensión.
Meditemos un poco sobre estas palabras que Nuestro Señor pronuncia después de su
resurrección y su relación con los santos ángeles:
1La paz esté con ustedes (Jn. 20,21)
Esta primera palabra que Jesús pronuncia es algo más que un saludo formal o común que
se hacían los judíos. Es una paz que, por el hecho de la resurrección, adquiere un significado nuevo.
Precisamente esta novedad viene del mensaje anunciado por los ángeles a las mujeres:
El mensaje central de nuestra fe, la resurrección de Jesús, viene a ser anunciado por unos ángeles.
Ellos son los mensajeros de una palabra difícil de entender para las mujeres;
ellas simplemente dicen “el sepulcro está vacío”.
Por lo tanto, el anuncio de la resurrección tiene un origen en Dios, y Dios confía a los
santos ángeles el ser mensajeros de esta gran novedad.
De esta manera fortalece nuestra fe, pues sin la fe en la resurrección esta pierde su “color”. Así también el testimonio de los cristianos perderá su alegría y su fuerza.
Del acontecimiento de la resurrección, anunciado por los mensajeros de Dios, el saludo de paz que hace Jesús adquiere nuevos significados.
La paz es un don que viene de Jesús resucitado. Jesús es el príncipe de la paz. El es
nuestra paz. De El procede toda verdadera y auténtica paz en el mundo y en nuestro corazón
La paz que da el resucitado hace superar el miedo.
De acuerdo con San Agustín, en el corazón del hombre hay un deseo de ver al otro y el ser
visto con una mirada llena de amor, y esto trae paz.
Cuántas fotos e imágenes en las redes sociales que lo que hacen es gritar: “mírame”, y cuántas miradas sin amor que se hacen sobre esas imágenes, y que sólo dan fatiga.
Pues Jesús resucitado te ve con un amor que da paz a tu corazón. San Agustin escribe:
2“Reciban el Espíritu Santo” (Jn. 20,22)
El Espíritu del resucitado es el signo de una nueva creación.
Una re-creación que se basa en la humilde dependencia de Dios, en dirigir nuestra voluntad totalmente al querer de Dios, y en una libertad que es una dependencia a Dios por amor.
Precisamente esto es lo que hacen los siervos de Dios, los santos ángeles; y a lo cual nosotros estamos llamados a ser.
Ser como ángeles, es decir a ser a ser “con-siervos” con estos mensajeros celestiales.
Toda auténtica y correcta devoción a los ángeles nos lleva a esta dependencia de Dios.
3“¿Qué comentaban por el camino? (Lc. 24,17)
Así como a los discípulos de Emaús, que no veían a Jesús caminando con ellos, así muchas veces no vemos que nuestro buen ángel de la Guarda camina junto a nosotros, y se interesa por lo que hacemos y hablamos.
La presencia del ángel custodio nos invita a abrir nuestros sentidos a una realidad que trasciende lo meramente sensible.
En esos pequeños y ordinarios momentos de nuestra vida, se encuentran presentes nuestros buenos compañeros celestiales. Nunca estás solo.
No los quites, pues su presencia te lleva a ser sensible a las cosas de Dios, a tener una relación personal con Jesús, y a salir de una mirada meramente sensible que se detiene muchas veces en la novedad, en el espectáculo, pero que no se desarrolla a la meta que es el encuentro con un Dios vivo.
Al caminar con los ángeles veremos que todo es bueno, y que todo se encuentra en las
manos de un Dios lleno de bondad.
Que estamos ante este Dios poderoso capaz de resucitar a su Hijo, y que ya el poder y la muerte no vencen.
Es por ello que los ángeles nos dicen “no temas”, pero también: “alégrate”.
Con los santos ángeles verás que todo está bien, incluso cuando sufrimos. El ángel ve
siempre la luz que hay atrás de cada oscuridad.
A la mística del siglo XIV, Juliana Norwich, quien se encontraba preocupada por el mal y el sufrimiento, el Señor la tranquilizó, invitándola a poner su confianza en su amor y en su omnipotencia: "Al final, verás que todo estará bien".
4Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra (Mt. 28, 18)
De acuerdo a la tradición de la Iglesia, es el coro de los serafines el que proclama la victoria de Cristo en la cruz.
Igualmente, son ellos quienes acompañan el cuerpo de Cristo en su descenso al lugar de los muertos, como triunfador sobre el poder de la muerte.
Finalmente, es aclamado por los ángeles al realizarse la plenitud de su triunfo en la Ascensión.
Si anteriormente hablamos del llamado a ser con-siervos de nuestro ángel custodio, en este aspecto estamos llamados a luchar junto a los ángeles por instaurar el reino de los cielos.
Podríamos hablar de ser “co-luchadores” con los ángeles. Para este combate podemos
aprender de los ángeles, pues ellos conocen al demonio y sus astucias y mentiras para
alejarnos de Dios y de la amistad con nuestro ángel guardián.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:
Cristo resucitado está a nuestro lado como Señor y redentor. Los ángeles están a
nuestro lado como servidores de esa obra salvación.
Anímate a caminar con tu buen amigo, tu ángel de la guarda, y ser vencedor de la muerte y el pecado, que nos trajo Jesús.