separateurCreated with Sketch.

Heridas: Las huellas de la vida en el alma

Carlos Padilla Esteban - publicado el 13/04/21
Tengo un valor mayor desde que fui herido, porque soy más original todavía y puedo lograr que mis heridas, esas que tanto me cuestan y duelen, lleguen a ser fuente de vida

Mis heridas me hacen una persona única. Recuerdo muy bien de dónde vienen. Recuerdo la escena en la que fui herido, el momento, la persona, las palabras, los hechos.

No tengo que hacer un gran esfuerzo. Siento hasta los olores y percibo la luz de aquel mismo momento.

Aunque hay algunas otras heridas que quizás no sé de dónde vienen. Están ocultas en la nebuloso de mi infancia o juventud o simplemente mi espíritu de supervivencia las tapó para que no siguieran doliendo.

Son heridas visibles u ocultas. Pero todas ellas me hablan de mi verdad, de mi historia. Como recordaba un joven hace unos días:

Esa es mi verdad, el color de mis heridas, su hondura, su dolor.

Y si no sé cuáles son mis heridas y no me conozco, siempre habrá un momento, o una época en mi vida para ahondar en mi historia y tocar el lugar que más me duele. Abrirlo a la gracia de Dios, a su misericordia.

También las heridas de Jesús le identifican. Pienso en esos dedos de Tomás tocando la herida de Jesús. Mis dedos han tocado mis heridas alguna vez.

He sentido el dolor porque sé que desde que las tengo reacciono ante la vida desde lo que sufro, desde lo que yo soy.

No cuento mis heridas, no las publico, tengo pudor.

Pero sí he dejado que alguien alguna vez metiera con respeto sus dedos y me ayudara a entenderlas y a aceptarlas.

Y veo también los dedos de Jesús tocando mis heridas, como yo las suyas. Él llenando con su luz mi oscuridad, yo penetrando con mis sombras en sus luces.

Así es ese encuentro desde mi herida. Y aceptar esa verdad llena de luz mi corazón.

Por eso me gusta tanto la mirada de Jesús sobre Tomás, que también está muy herido.

Jesús no le echa en cara su falta de fe. No habla mal de su envidia ni de su rabia, de esa actitud inmadura que había provocado la desunión en el grupo de apóstoles.

No le recrimina por sus pensamientos más íntimos. Simplemente le muestra su amor infinito y le permite tocar sus propias heridas para comprobar que es Él.

SAINT THOMAS

¿Puede haber un amor tan grande, tan humano, tan de Dios?

Tomás no puede dejar de sorprenderse. Es un milagro. Jesús ha venido sólo para estar con él, para conducir su mano al interior de su costado. Para decirle que lo ama con locura. Y él sólo puede exclamar:

Un amor así es el que quiero tocar en mi vida para creer como Tomás. Aunque Jesús me recuerde lo importante:

Yo quiero que Jesús me deje meter la mano en su pecho. Y quiero que Él meta su mano en mis heridas. Que vuelva por mí.

Él viene a salvarme y a levantarme por encima de todos mis miedos y rencores. A calmar mis iras y tristezas.

Viene a hacerme creer en el sentido de mi vida, aunque palpe a menudo lo que he sufrido.

Y entonces exhala su aliento sobre mí como hoy hace sobre los suyos. Aquellos a los que ha amado. Les da su fuerza para que ellos a su vez sean testigos de su misericordia:

Holy Spirit

Ese día octavo, cuando ha pasado una semana de la Resurrección, de la Pascua, Jesús les muestra el camino a los suyos. Les muestra que no hay que desconfiar.

Al pensar en ese día descubro que Dios me ama. Y entiendo que me basta con creer en el amor personal de Jesús por mí.

No se olvida de nadie. Tomás es tan importante como cualquiera de los otros. Y por él vale la pena dejarlo todo y ponerse en camino.

Jesús vuelve por Tomás porque le importa, porque no puede permitir que desconfíe de su amor y dude de su verdad.

Las heridas son las huellas de la vida en el alma. Y la mirada de Jesús me hace comprender que tengo un valor mayor desde que fui herido.

Porque soy más original todavía. Y puedo lograr que mis heridas, esas que tanto me cuestan y duelen, lleguen a ser fuente de vida para otros, para mí.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

banner image
Top 10
See More
Newsletter
Recibe Aleteia cada día