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¿Por qué los buenos amigos son claves en la pandemia?

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Cecilia Zinicola - publicado el 15/04/21
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La amistad nos abre a un amor generoso que nos hace sentirnos unidos y nos hace crecer

Los amigos son una pieza fundamental en la vida. No solo se trata de que queremos tener amigos, sino que hemos sido creados para eso: para vivir experiencias juntos, compartir, ayudarnos, encontrar apoyo y enriquecernos mutuamente.

Tan importante es la amistad que el mismo Jesús se presenta como amigo: "ya no los llamo siervos, los llamo amigos" (Juan 15,15).

La verdadera amistad no se trata de una relación fugaz y pasajera, sino de un vínculo sólido que nos hace parte de una historia compartida en la que buscamos lo mejor en nosotros y en los demás mientras esa relación madura con el paso del tiempo; algo que paradójicamente a pesar de la distancia hemos comenzado a vivir y apreciar más durante la pandemia.  

Con dos metros de distancia, trabajando desde casa, mascarillas de por medio, reuniones limitadas y sin poder quedar tan fácil para tomar algo, en muchos sitios hubo una nueva explosión de amistades. Mucha gente ha vuelto a conectar con antiguos amigos o ha podido establecer nuevos viviendo con mayor conciencia, intenciones claras y una mayor apertura.

La pandemia nos está enseñando a valorar más los pequeños momentos así como buscar un contexto seguro para compartir nuestras emociones. Tener amigos nos enseña a abrirnos, a comprender, a cuidar a otros, a salir de nuestra comodidad y del aislamiento, a compartir la vida. Por eso, “un amigo fiel no tiene precio, no hay manera de estimar su valor.” (Eclesiástico 6,15).

Muchas investigaciones muestran que cuando pasamos por momentos difíciles, tener un amigo nos ayuda a facilitar esa transición. Los amigos hacen mucho más que dar un hombro para llorar. No nos sentimos solos y eso tiene un impacto positivo en la salud frente al aislamiento y la soledad que están vinculados a una serie de sentimientos negativos.

Además desde el punto de vista de la fe, la amistad se ha convertido en estos tiempos en un verdadero regalo de la vida y don de Dios. A través de los amigos no solo nos hemos ido puliendo y recibido fuerzas para seguir adelante en un refugio seguro. Los amigos fieles son hoy un reflejo del cariño de Dios y su consuelo y de su presencia amable. “Un amigo fiel es un bálsamo de vida, que encuentran los que temen al Señor.” (Eclesiástico 6,16).

Los rituales y los pequeños planes también han sido algo que la pandemia nos ha revelado que son importantes cuando se trata de conectar con uno mismo y con los demás. Vincular la amistad a un objetivo compartido puede convertirse en un recurso importante para crear un mayor bienestar.

Los amigos pueden ayudar a realizar cambios positivos en el estilo de vida, a establecer y mantener metas para comer mejor y hacer más ejercicio o darnos aviso cuando hay comportamientos poco saludables.  

Además, las personas están más motivadas y es probable que sigan un programa de ejercicio cuando lo hacen con un compañero. Es mucho más fácil salir y mantenerse activo cuando uno tiene un amigo a su lado.

Hay compañeros que llevan a la ruina y hay amigos más apegados que un hermano (Proverbios 18, 24).  Cuando hablamos de amistades sabemos que no todas las amistades son iguales y es importante aprender a distinguirlas.

La pandemia está obligando a darnos cuenta de que necesitamos amistades más profundas. Muchos por primera vez en sus vidas comenzaron a salir con amigos solo para ponerse al día y tener conversaciones menos superficiales. El foco de la atención no es el resultado de un partido de fútbol, sino que quieren saber cómo están. 

Aristóteles hablaba de que hay diferentes tipos de amigos: los que son por utilidad cuando se comparte algo y la unión gira en torno a ese factor en común como suele ocurrir en el espacio laboral, otros por diversión que es la mayoría de los casos para hacer un deporte o un juego y otra por la virtud que es la que nos lleva a una experiencia de la amistad más perfecta.

Este último tipo de amistad requiere trabajar la excelencia y conlleva una perfección igualitaria y el trato que uno da y recibe del otro. Este es el tipo de amistad al que tenemos que aspirar construir: una amistad profunda y de calidad que se da de modo desinteresado y por amor hasta dar la vida porque “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Juan 15, 13).  

Los grandes amigos tienen el poder de convertirnos en nuestra mejor versión. Nos aman por lo que realmente somos. Nos desafían y empujan a mejorar. No solo permiten conocernos, sino que nos animan cuando las cosas van mal y celebran nuestros éxitos cuando las cosas van bien. 

Aun con diferencias, la amistad nos permite crear una intimidad que se comparte con sinceridad y confianza. Los amigos pueden ejercer una influencia positiva si elegimos como amigos a personas que son generosas, que ayudan, que son emprendedoras o están orientadas a la familia. Como fruto de esas relaciones es muy probable que nos llenemos con esos valores que hoy son tan necesarios.

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