El 12 de abril se celebró el Día del Niño en Bolivia. Este 16 de abril es el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil. Dos fechas que dicen mucho, pero que también interpelan.
Todo esto se fortalece en un contexto de pandemia, pues el virus también ha favorecido a que los niños se hayan convertido una vez más en uno de los grupos más vulnerables y afectados. En este caso no tanto por lo sanitario, a pesar de que en países como Brasil hay datos con respecto a bebés y niños infectados que verdaderamente conmueve. Pero sí en otros aspectos que van desde la educación, alimentación hasta la necesidad de salir a trabajar para ayudar a los padres en medio de la crisis.
Los Tiempos de Bolivia acaba de publicar un informe en el que directamente hace referencia a este otro drama de la pandemia: más niños trabajando en las calles. A pesar de lo que esto significa, también se hace referencia a que muchos intentan de todos modos continuar con sus estudios tanto a través de clases semipresenciales como virtuales.
Lo cierto que trabajar a edades tan tempranas es algo que no debería suceder, pero es una realidad que se ha incrementado. Es ahí donde surgen sitios para genera ingresos como cruces peatonales, ferias, mercados. Según el informe, unos 100 niños se han sumado al trabajo infantil por la pandemia. Uno de ellos es Ramiro, de 9 años.
Ramiro, junto a su madre, vende buñuelos y pasteles.
“Vedemos más con mi ayuda, mientras ella prepara los pasteles y buñuelos yo sirvo el api y llevo. Me levanto a las 5:00 y vendemos hasta las 9:30 o 10:00. Luego nos vamos a casa y seguimos preparando”, expresó Ramiro, indica el informe.
A pesar de esto, Ramiro también se las ingenia para no abandonar sus estudios y es por eso que esto también aparece en el horizonte como señal de perseverancia y esperanza. Ramiro pasó el Día del Niño sin poder festejarlo, pues tuvo que salir temprano a trabajar con su madre
Los casos se incrementan y son varias las áreas en la que los niños han tenido que incursionar. Desde artesanos como Osmar, de 12 años, que vende sus trabajos en un mercado hasta otros que se desempeñan como heladeros en la zona sur.
Detrás algo que se repite en buena parte de los casos, el hecho de trabajar junto a sus padres. Pero también el miedo de ser asaltados y violentados por malhechores.
Sin dudas un tema complejo que sigue llamando a la reflexión. La situación de Ramiro la de Omar se replica en otros países de un continente que antes de la pandemia también tenía que lidiar de manera cotidiana con lastres similares.
La Organización Internacional del Trabajo estimaba que unos 6 millones de niños estaban sufriendo explotación laboral en América Latina a través de labores peligrosas. No obstante, unos 10 millones lo hacían en situación de trabajo infantil. Pero todo tiene un giro más grave si se considera la esclavitud infantil en sectores como el agrícola, por ejemplo. Detrás también delitos como la explotación sexual, trata y hasta utilización de niños en conflictos armados o narcotráfico. Hay un informe de DW que lo explica muy bien.
Lejos de esto los casos comentados de Ramiro y Osmar. Sin embargo, forman parte de aquello de la aceptación en muchas familias latinoamericanas de ver el trabajo infantil como fuente de ingreso adicional.
La pandemia agudiza todo y América Latina vive hoy una de las horas más oscuras en su lucha contra el virus. Hay casos récords y medidas otra vez restrictivas en varios países. En medio de todo esto, ahí están los niños, los “predilectos de Jesús” que también golpean las puertas de la indiferencia.