El Santuario Nacional de la Gruta de Lourdes ubicado en Montevideo, Uruguay, fue el lugar de encuentro. Es ahí donde la Virgen de los Milagros de Caacupé, patrona de Paraguay, llegó para quedarse. Esto gracias a un bonito gesto “histórico” de fraternidad que se vivió recientemente, “un verdadero puente entre dos naciones por medio de la fe”.
Así lo confirmó en diálogo con Aleteia el padre Manoel Oliveira, un joven misionero dehoniano brasileño (39) que reside en Uruguay desde hace tres años, actualmente rector del Santuario Nacional de Lourdes.
Fue Manoel quien contó que la donación de la imagen de la Virgen de Caacupé se empezó a gestar en 2020 gracias a un intercambio que tuvo con miembros de la colectividad paraguaya en Uruguay en ocasión de la fiesta de la patrona (8 de diciembre).
En aquel entonces, dijo Manoel, quedó impactado por el gran número de paraguayos con el que se encontró, colectividad que tiene una pequeña capillita en honor a la Virgen de Caacupé en las cercanías de la localidad uruguaya de Pando. Aquel lugar también hace las veces de unión entre diversas familias provenientes de Paraguay y que residen en diversos lugares de Uruguay.
Manoel, que en aquella ocasión se les presentó como rector del santuario de Lourdes en Montevideo, les dijo: “Sería lindo que tengan un espacio donde puedan hacer el encuentro de fraternidad en nuestro santuario. Hacer un puente entre las naciones por medio de la fe”.
A partir de ese momento todo se aceleró y la colectividad paraguaya le preguntó si era posible donar una imagen de la Virgen de Caacupé. Inmediatamente se empezó a trabajar en la idea, incluso con vínculos con el propio santuario ubicado en Paraguay para trasladar una imagen desde ahí.
“Para nosotros en el santuario es algo muy bueno porque es propio de la espiritualidad mariana de congregar en la fe y fraternidad”, afirmó Manoel.
Finalmente, esto sucedió este 18 de abril, tercer domingo de Resurrección.
El Santuario Nacional de Lourdes, o popularmente conocido como “Gruta de Lourdes”, se ha transformado en los últimos años en un lugar emblemático en cuanto a la devoción mariana en uno de los países más laicos de América Latina. Pero también refugio de quienes tal vez se encuentran más alejados de la fe y buscan un espacio de paz en medio de tanto agobio. Esto es algo que se ha podido comprar de manera especial en tiempos de pandemia.
También representa un centro de celebraciones y abierto a la renovación. Fue un 11 de febrero de 1958 cuando fue declarado “Santuario Nacional”. Ahora se hace más fuerte una vieja idea de que las personas provenientes de otros países puedan encontrar en ese lugar un “pedacito de su patria también”. Con este gesto de la Virgen de Caacupé de alguna manera se inicia este recorrido.
“La idea del ‘Camino de María’ es tener las imágenes de las patronas de América Latina a la entrada del santuario. Para que el peregrino, dependiendo de su nación, se sienta en casa. Que sea una casa de todos”, señaló Manoel a Aleteia.
Esto en relación a un viejo sueño de crear un espacio en el santuario (‘Camino de María’) con las diversas advocaciones marianas del continente.
América Latina vive un momento muy particular en cuanto a lucha contra la pandemia. Es ahí donde Brasil, el gigante sudamericano, juega un rol protagónico. Brasil es la tierra natal del padre Manoel. Nacido en la zona noroeste, cerca de Recife, Manoel reconoció a Aleteia que reza mucho y acompaña a su familia a la distancia.
"He tenido pérdidas en mi familia, mi abuela falleció por Covid, he perdido tíos, primos. Acompaño con mis oraciones manteniendo una presencia para que no se sientan solos y también para que puedan cuidarse", recordó.
Manoel, como tantos otros, es testigo del drama que ha suscitado en poco tiempo la pandemia del coronavirus. Este joven sacerdote, con origen en uno de los países más católicos del continente, también se ha visto sorprendido por la gente que se ha estado acercando a la “Gruta de Lourdes” en los últimos meses. Entre otras cosas se ha animado a señalar que cerca de la mitad de las personas que suelen acercarse no son necesariamente católicas.
"Vienen por el agua (bendita) para quedarse un rato, o dicen que el lugar es agradable (...). Es al aire libre, facilita”, afirmó. También que cuando está caminando por el santuario suele cruzarse con gente que le confiesa que no es católica, ni cristiana, pero que en el lugar encuentra paz.