Cada 23 de abril se celebra el día de los idiomas español e inglés. Consideradas como dos de las lenguas más influyentes y habladas en el mundo, comparten el mismo aniversario por conmemorarse el fallecimiento del gran genio de las letras españolas, Miguel de Cervantes y el más prestigioso dramaturgo inglés William Shakespeare.
Sabemos que el idioma no solo es una manera de comunicarnos sino que es una expresión de la cultura y una de las mejores formas de conectarnos con los demás. Existe una gran fortaleza en conocer otra lengua que va más allá de conseguir una beca o una oportunidad laboral. El idioma abre canales de encuentro, nos ayuda a ser más empáticos y al mismo tiempo a moldear nuestros pensamientos e incluso nuestras acciones.
Naturalmente solemos vincular los idiomas con ideas como, por ejemplo ,el inglés con los negocios o el español con un lenguaje dirigido a Dios. Hay una cultura detrás que tiene un efecto importante sobre cómo nos vemos y cómo nos perciben los demás así como las respuestas que damos por la manera en que pensamos con un idioma determinado.
Si pensamos en el lenguaje como una forma de expresar con palabras experiencias vividas, cuando incorporamos otras nuevas a nuestro diccionario de vida eso significa algo más que descubrir una palabra que refleja mejor lo que queremos decir. Lo que sucede es que expandimos nuestra capacidad para mirar, entender y decidir.
La investigadora Lera Boroditsky, especializada en ciencia cognitiva y cuyo trabajo se enfoca en el área del lenguaje, explica que los idiomas guían nuestro razonamiento sobre los distintos eventos. Así, un mismo acontecimiento puede ser interpretado diferente y tener implicaciones diversas dependiendo dónde se ponga la atención según la necesidad de la lengua.
En inglés un mismo evento se describe diferente que en español. En inglés suele recordarse quién hizo algo porque el inglés exige decir: "Él lo hizo. Él incendió la casa”. En cambio, en español es más difícil recordar quién lo hizo, y la atención se centra en el accidente, ya que se dice “la casa se incendió”. Así, dos personas pueden ser testigos de un mismo hecho, pero al final recordarán cosas diferentes y eso repercute en el testimonio y en el castigo.
Otras de las diferencias es que probablemente a la hora de describir a las personas en inglés se utilicen características fijas sobre la personalidad como por ejemplo “inteligente, divertido y amable”, mientras que en español la descripción suele darse en función a las relaciones que esa persona tiene con otros como por ejemplo “el padre o el hermano de….”
Por otro lado, en inglés los objetos inanimados se mantienen con un género neutro, mientras que en el español se aplica un género masculino o femenino afectando la forma en que vemos las cosas. En español, por ejemplo, el sol al ser masculino suele describirse con palabras como fuerte o abrasador. Algo tan sencillo que nos abre a una nueva perspectiva.
Cuando incorporamos otro idioma nos forzamos a pensar de manera más consciente. Y esto ayuda a tomar mejores decisiones porque los juicios rápidos quedan de lado. Uno es más consciente sobre las palabras que usa, las implicaciones que pueden tener o cómo pueden afectar al entorno. De algún modo las lenguas nos invitan a pensar, hablar y reflexionar.
Además nos permiten mirar las cosas con otra profundidad que nos lleva a buscar un sentido escondido, el origen del porqué llamamos a las cosas de una manera u otra. Nos ayuda incluso -y a pesar de las diferencias- a entender lo que ha significado para unos y para otros materializar sentimientos y pensamientos humanos.
El multilingüismo nos muestra que la lengua está viva y la podemos pulir y adaptar. Nuestra mente es flexible, podemos aprender mucho más de lo que pensamos y al mismo tiempo es un medio para promover la diversidad que nos lleva a vivir el respeto y el diálogo intercultural, así como también beneficiarnos unos con otros de sus aportes.
A primera vista la diversidad puede verse como un obstáculo y dos idiomas diferentes como un impedimento para entendernos. Sin embargo, existe una gran riqueza cuando somos capaces de unirlos. Cuando intentamos hacer el esfuerzo por acercarnos a la mirada del otro, abrimos nuevos canales a la ahora de dialogar, solucionar problemas y crecer juntos.
Aun en tiempos en que viajar al extranjero es difícil, es posible crear proyectos en casa con juegos, canciones, algún material visual o visitar otras comunidades cercanas. Al incorporar el multilingüismo en la familia hacemos lugar a otras culturas y nuestros hijos crecen aprendiendo el respeto, la apertura y el amor por ellas.
Sobre todo para un católico que significa “ser universal” vale la pena hoy recordar la importancia de hacer lugar en el corazón para todos, mostrar interés y con esa mirada amorosa y que abarca a la humanidad preguntarse ¿por qué pensamos como pensamos?, ¿cómo podemos pensar diferente? y ¿cómo nos gustaría pensar?.