“Hacia un nosotros cada vez más grande”, es el titulo elegido por el papa Francisco para su mensaje con motivo de la 107.a Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2021 que se celebrará el 26 de septiembre de 2021.
“Los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo radical resquebrajan o dividen el nosotros”, afirmó el papa Francisco que lanzó un mensaje a favor de abandonar el ‘individualismo’, el consumismo y el egoísmo que atenta contra la fraternidad a favor de migrantes y refugiados.
Denunció que en la actual crisis social y sanitaria de la pandemia “el precio más elevado lo pagan” los llamados: otros: “los extranjeros, los migrantes, los marginados, que habitan las periferias existenciales”.
Francisco invita a restaurar la fraternidad humana, especialmente en beneficio de los más débiles y necesitados.
«Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”» (Fratelli tutti n. 35), anota.
El Papa indicó que todos "estamos en la misma barca y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, que no haya más otros, sino sólo un nosotros, grande como toda la humanidad”.
“A todos los hombres y mujeres del mundo dirijo mi llamamiento a caminar juntos hacia un nosotros cada vez más grande, a recomponer la familia humana, para construir juntos nuestro futuro de justicia y de paz, asegurando que nadie quede excluido”.
El Papa se remonta al Génesis para indicar que Dios creó “un nosotros” marcado por la diversidad y la complementariedad. “Dios nos creó a su imagen, a imagen de su ser uno y trino, comunión en la diversidad”.
“Y cuando, a causa de su desobediencia, el ser humano se alejó de Dios, Él, en su misericordia, quiso ofrecer un camino de reconciliación, no a los individuos, sino a un pueblo, a un nosotros”, agregó.
El Papa que ha denunciado la muerte de migrantes en el mar Mediterráneo sostiene que en el tiempo presente, “el nosotros querido por Dios está roto y fragmentado, herido y desfigurado”.
Indicó que para los miembros de la Iglesia católica este llamamiento de construir una sociedad pensada en “nosotros” se traduce en un compromiso por ser cada vez más “católicos”.
“En efecto,- sostuvo- la catolicidad de la Iglesia, su universalidad, es una realidad” y un espíritu
“para crear comunión en la diversidad, armonizando las diferencias sin nunca imponer una uniformidad que despersonaliza”.
“En el encuentro con la diversidad de los extranjeros, de los migrantes, de los refugiados y en el diálogo intercultural que puede surgir, se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de enriquecernos mutuamente”.
Por eso, todo bautizado, dondequiera que se encuentre, es miembro de pleno derecho de la comunidad eclesial local, miembro de la única Iglesia, residente en la única casa, componente de la única familia”.
“Hoy la Iglesia está llamada a salir a las calles de las periferias existenciales para curar a quien está herido”, explicó el Papa.
Un llamado a ser una Iglesia materna, sin algún proselitismo, sino la de abrazar la fragilidad humana: “Entre los habitantes de las periferias encontraremos a muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata”.
Allí, sostuvo, el Señor quiere que la Iglesia “manifieste su amor y que se les anuncie su salvación”.
En esta perspectiva, afirmó, “las migraciones contemporáneas nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos para dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada uno.
Entonces, si lo queremos, podemos transformar las fronteras en lugares privilegiados de encuentro, donde puede florecer el milagro de un nosotros cada vez más grande”.
“Pido a todos los hombres y mujeres del mundo que hagan un buen uso de los dones que el Señor nos ha confiado para conservar y hacer aún más bella su creación”.
“Un compromiso que no hace distinción entre autóctonos y extranjeros, entre residentes y huéspedes, porque se trata de un tesoro común, de cuyo cuidado, así como de cuyos beneficios, nadie debe quedar excluido”.
“Estamos llamados a soñar juntos. No debemos tener miedo de soñar y de hacerlo juntos como una sola humanidad, como compañeros del mismo viaje, como hijos e hijas de esta misma tierra que es nuestra casa común, todos hermanos y hermanas (cf. Fratelli tutti, 8)”.
El Papa ha propuesto la siguiente oración: