No obstante ser elecciones intermedias, las elecciones del 6 de junio próximo se presentan para el país como un parteaguas entre el proyecto del presidente López Obrador y su partido político (el partido de izquierda Movimiento de Regeneración Nacional) y la persistencia de la joven democracia mexicana, apenas inaugurada en el año 2000.
La mira está puesta en el Congreso Federal, compuesto por 500 diputados. Si el partido oficial, junto con tres partidos pequeños aliados suyos, logra la mayoría absoluta, la concentración del poder Legislativo estará en manos del Presidente, y con ello un proyecto (llamado por López Obrador “La Cuarta Transformación”) que implica el cambio radical del sistema de instituciones que generó la democracia en México.
Los obispos de México hacen de su mensaje un llamado a todos en el país –creyentes y no creyentes—para asumir de forma consciente y comprometida sus responsabilidades cívicas y políticas y, con ello, “animar a la más amplia participación ciudadana en el actual proceso electoral”.
Las últimas elecciones en México, aún las presidenciales, han estado marcadas por la abstención de la mayoría de los votantes. En esta ocasión, las empresas encargadas de los sondeos de opinión han adelantado que cerca del 50 por ciento de los mexicanos que están inscritos en el padrón electoral van a ir a votar. Un porcentaje muy bajo aún para elecciones tan importantes como las del 6 de junio (no obstante no se elige Presidente de la República).
“Participar a través de nuestro voto es un derecho, y para quienes tenemos fe en Jesucristo, es un deber moral ineludible. La democracia se consolida cuando todos participamos activamente”, subrayan los obispos mexicanos en un mensaje que, de inmediato, ha levantado suspicacias en medios oficiales, trayendo las mismas consignas de siempre: que la Iglesia católica no debe “meterse en política”. Las heridas abiertas por la persecución religiosa del siglo XX no han cerrado.
Tras recordar que los ministros de culto de las iglesias no deben ni pretenden hacer propaganda o proselitismo a favor o en contra de cualquier candidato, agrupación o partido político, lo que sí están obligados es “a proponer y defender con libertad y creatividad los valores esenciales que configuran el bien común, sin los cuales, hasta la misma democracia puede estar en riesgo”.
Los obispos mexicanos –subrayaron en su mensaje—“sabemos bien que es necesario cuidar los fundamentos de la democracia y las instituciones que la salvaguardan”. En ese sentido, a lo largo de su escrito previo a las elecciones, pidieron a todos los mexicanos, “realizar un esfuerzo de discernimiento con el objetivo de optar por quienes puedan realizar el auténtico bien común”.
Más adelante, a los creyentes, en particular, los prelados invitaron a sumarse con la oración y la debida colaboración “para pedir luz en el discernimiento personal y para que los comicios y sus eventuales controversias, se realicen de manera ordenada, pacífica y con el más estricto apego a Derecho”.
En la parte central de su misiva, la CEM proporciona algunos criterios fundamentales –desde la Doctrina Social de la Iglesia—que pueden iluminar las conciencias de los votantes y ayudar a ejercer con libertad y responsabilidad el derecho a elegir a quienes formarán parte del Congreso Federal, las 15 gubernaturas, las presidencias municipales y los congresos estatales que están en estarán en las boletas del 6 de junio.
Estos criterios básicos se pueden resumir en cuatro puntos: buscar el bien posible (no el mal menor) en lo que respecta a qué partido o candidato realiza el bien común en las circunstancias concretas; ilustrar la conciencia con la información disponible sobre las propuestas, programas y valores de los diversos candidatos, partidos y agrupaciones políticas; elegir a quienes promuevan la dignidad de la persona humana y extirpar actitudes como la apatía y la indiferencia.
Los prelados mexicanos apuntalaron su carta con la enseñanza clara del Papa Francisco en el sentido de la mejor política es la que se construye desde la fraternidad y la amistad social, buscando acuerdos y no fracturas “Esto significa que la política que necesitamos brota del pueblo, de sus valores y de su historia, es decir, de la nación”.
“Amar y servir al país nos debe llevar al respeto de todos y no caer en el riesgo de fomentar o incurrir en descalificaciones irracionales, agresiones o actos de venganza, lo cual no construye la atmósfera que hoy necesita nuestra nación”, dijo la CEM en su comunicado previo a las elecciones.
Y terminó con este párrafo de unidad de los mexicanos bajo el manto de Santa María de Guadalupe:
Todos juntos hemos de trabajar en la edificación de la “casita sagrada” que nos ha pedido nuestra madre, Santa María de Guadalupe. Esta “casita” implica la conversión del corazón de todos, ciudadanos y gobierno, para que juntos encontremos vías de desarrollo integral. Que ella, madre del verdadero Dios por quien se vive y Patrona de nuestra libertad, interceda por nosotros para que, por medio de nuestra activa participación cívica, coloquemos responsablemente los cimientos de un futuro mejor.