Esta tradición en particular es anterior al cristianismo y, según Los sacramentales de la santa Iglesia católica de Andrew Lambing, dar gracias a Dios después de las comidas se remonta a Moisés.
Moisés, estableciendo la ley para el pueblo escogido, dice:
Según el Talmud, la forma de oración recitada por los judíos después de cada comida era esta:
Los primeros cristianos adoptaron esta práctica y, con el tiempo, se convirtió en una tradición común en los hogares católicos.
En particular, muchos hogares recordaban a los fieles difuntos al final de cada comida.
Aquí una de las versiones católicas más comunes dar las gracias después de las comidas:
Te damos gracias omnipotente Dios por todos tus beneficios,
Tú, que vives y reinas, por los siglos de los siglos.
Amén.
El Señor nos dé su paz,
y la vida eterna.
Amén.
Hay múltiples ejemplos en el Nuevo Testamento de Jesús bendiciendo comidas y dando gracias a Dios, siguiendo estas tradiciones judías.
Esta costumbre de rezar al comer se transmitió a cada generación para que no pudiéramos ir demasiado rápido olvidando quién creó este alimento y nos lo proporcionó.