Las llaman "mártires de la caridad". La Iglesia ha reconocido las virtudes heroicas de seis "Religiosas de los Pobres" que cuidaron a los contagiados hasta dar su vida.
Las mató el ébola en el Congo en 1995. Murieron porque no escaparon, sino que se quedaron a cuidar a la gente pobre en medio de una sanguinaria epidemia.
Su confianza en la Providencia era muy grande: "Estamos totalmente en las manos de Dios. Ninguna evacuación es posible".
La misión de Kikwit, a 400 kilómetros de la capital Kinshasa se encontró en el epicentro de la epidemia.
Las religiosas contrajeron el virus estando en contacto con los enfermos en las salas del hospital.
Las religiosas eran enfermeras altamente especializadas, sabían bien qué enfrentaban pero no abandonaron la trinchera de la caridad.
Permanecieron fieles a su misión y al camino marcado por su fundador, el beato Luigi Maria Palazzolo: al servicio de los enfermos incluso en tiempos de enfermedades contagiosas.
En espacio de tres meses murieron alrededor de 200 personas, el 80% de los contagiados, incluyendo a las seis religiosas.
Las "mártires de la caridad" reposan en esa amada tierra africana: eran las hermanas Annelvira Ossoli, Vitarosa Zorza, Danielangela Sorti, Floralba Rondi, Clarangela Ghilardi y Dinarosa Belleri.
En todos los testimonios de la causa de canonización resonó una frase del Evangelio:
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Jn 15,13)