Durante años, la aplicación de la política de hijo único en China llegaba a ser cruel hasta el punto de obligar a las mujeres al aborto o la esterilización.
Luego, en 2016, la República popular se relajó con el límite y permitió hasta dos hijos por familia en muchos casos.
Ahora, tras informes de que muchas partes del mundo podrían estar al borde de un “invierno demográfico”, el Partido Comunista chino ha anunciado que permitirá a todas las parejas casadas tener tres hijos.
Esta decisión es un reconocimiento de que China afronta graves problemas si la tendencia actual continuara. “La mano de obra se reduce y la población envejece, lo que amenaza la estrategia industrial que China ha utilizado durante décadas para salir de la pobreza y convertirse en una potencia económica”, escribía el 31 de mayo la corresponsal Sui-Lee Wee en The New York Times. “Los nacimientos en China han disminuido durante cuatro años consecutivos, incluido el año 2020, cuando el número de bebés nacidos cayó al nivel más bajo desde la era Mao. La tasa total de fertilidad del país –un cálculo del número de hijos nacidos a lo largo de la vida de una mujer– se sitúa ahora en 1,3, muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2,1, lo que plantea la posibilidad de que la población se reduzca con el tiempo”.
¿Supondrá una diferencia este cambio? Algunos expertos son prudentes al respecto.
“Ampliarlo a tres hijos está lejos de ser suficiente”, dijo a The New York Times Huang Wenzheng, experto en demografía con sede en Pekín. “Habría que liberalizarlo por completo, y fomentar fuertemente la natalidad”.
Sin embargo, la noticia ha caído como agua de mayo para Yolanda Ouyang, una empleada de 39 años de una empresa estatal en la región de Guangxi. Hace dos años, tuvo un tercer hijo no autorizado y lo ha mantenido oculto por temor a ser despedida del trabajo.
“Estoy muy contenta y muy sorprendida”, expresó Ouyang. “Por fin, mi hijo puede salir a jugar al aire libre”.
En cualquier caso, otros padres y parejas casadas reciben el anuncio con indiferencia, ya que afirman que el alto coste de la vida ya supone un desincentivo muy fuerte para tener más hijos.