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El sueño de los niños y jóvenes: cómo saber cuando hay un problema

LITTLE BOY SLEEPING IN HIS BED,
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Ospedale Bambino Gesù - publicado el 03/06/21
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Cuáles son las señales de alarma y qué pueden hacer los padres al respecto

El sueño es una parte importante de la vida cotidiana y tiene un papel decisivo en el bienestar global de la persona. En los niños y los adolescentes, en particular, una justa duración del sueño, un buen ritmo sueño-vigilia, una progresión fluida y regular del descanso (especialmente el nocturno) tienen un efecto positivo tanto a nivel físico como psicológico.

Existen, sin embargo, muchos factores y eventos que pueden interferir con los hábitos del sueño y crear un desequilibrio en el niño, pero también en la familia.

Cómo proteger el sueño de los niños

Es fundamental crear condiciones que protejan el sueño de los niños. El momento de conciliar el sueño debe cuidarse desde su preparación como los demás momentos importantes del día. Como ocurre con todos los aspectos del desarrollo, el padre tiene la tarea de controlar las emociones del niño y gestionar estos momentos, un papel que en psicología se denomina "regulador".

En particular, esto sucede en la primera infancia cuando el niño aún no es capaz de gestionar sus necesidades y emociones. Proporcionar un límite y dar regularidad a los hábitos del sueño ayudan al niño a tener bajo control sus emociones y da continuidad a sus experiencias (del día como de la noche).

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Por la noche los juegos emocionantes (por ejemplo, las luchas), los estímulos excesivos (como la televisión o los videojuegos) y un ambiente ruidoso no ayudan al niño a soltar y lentamente dormirse. Es útil crear una rutina que oriente y acompañe al niño hasta que llegue el momento de dormirse.

El padre puede tener un papel activo (según la edad y los deseos del niño) contando algún cuento, leyendo un libro en voz alta, platicando un poco antes de despedirse. El día del niño incluye desprendimientos temporales de los padres que hay que vivir con conciencia y serenidad.

Sabemos, por ejemplo, que el padre no debería irse a escondidas, sin despedirse del niño, convencido de que al distraerlo no percibirá la separación. Del mismo modo debe ser el desprendimiento de la noche.

Los trastornos del sueño de los niños

A veces los niños pueden tener dificultad en dormirse, o se despiertan frecuentemente durante la noche. Las causas pueden ser muchas. En el recién nacido y el lactante el sueño fragmentado es normal. Depende de las necesidades esenciales como el hambre, la sed, el dolor, la necesidad de contacto y de seguridad.

En los niños mayores se observa a veces una activa resistencia al sueño. Hay una actitud opositora (es decir de rebeldía en relación a las indicaciones de los padres), que también encontramos en otros ambientes (el "No") y que refleja la creciente conciencia de las propias capacidades y el deseo de afirmarlas.

El niño puede oponerse a la idea de ir a dormir cuando ha pasado días muy intensos, o si el tiempo que pasa con los padres se centra en las horas de la tarde. Como para el adulto, algunos problemas emocionales pueden obstaculizar el sueño, como por ejemplo los miedos o la preocupación por el día escolar que le espera.

Los trastornos del sueño de los adolescentes

En la adolescencia, los factores internos (hormonales) y externos (las relaciones con los amigos, los hábitos sociales, los intereses) pueden alterar el ritmo sueño-vigilia e instaurar esa tendencia a dormirse tarde por la noche y despertarse tarde por la mañana típica de los jóvenes. La noche vista como un momento del día fascinante y en cierto modo transgresor, influye en parte en estos hábitos.

A veces, sin embargo, esto asume las características de un insomnio real que puede depender de dificultades psicológicas como ansiedad, miedos, preocupaciones.

Las pesadillas y el terror nocturno

El sueño puede verse afectado por las pesadillas: sueños espantosos vinculados a los miedos de base de los niños, y a eventos sucedidos o que el niño teme que puedan suceder. Las pesadillas provocan normalmente un despertar agitado. El niño llama a los papás, recuerda el sueño - y si ya es capaz puede contarlo - y puede ser consolado. Las pesadillas contienen una elaboración mental de experiencias o estados de ánimo internos.

A veces se pueden registrar episodios del llamado "terror nocturno": se trata de despertares agitados, a menudo acompañados de gritos. El niño está solo aparentemente despierto y, a diferencia de lo que sucede en la pesadilla, se opone a los intentos por consolarlo. Normalmente al día siguiente el niño no recuerda el episodio y no parece perturbado.

Qué pueden hacer los padres

En todas las fases del desarrollo los padres pueden acompañar la evolución del sueño de su hijo y frente a una modificación de los hábitos preguntarse cuál puede ser el elemento perturbador: ¿una fase pasajera? ¿una nueva experiencia? Normalmente las alteraciones del sueño suelen ser de carácter temporal y se resuelven con la resolución de las situaciones que las originaron o con medidas que cambien los hábitos.

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A veces, sin embargo, una dificultad a la hora de conciliar el sueño y del sueño permanece durante mucho tiempo o asume dimensiones demasiado grandes e incontrolables, suficiente para obstaculizar la vida normal del niño o del adolescente, la asistencia escolar, la capacidad de estudio y de relación. Otra señal de alarma, que no se debe subestimar, es la condición de los padres que pueden sentirse muy cansados, confusos y sin recursos. En estas circunstancias es útil consultar con el pediatra o un psicólogo de la edad evolutiva.

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