Muchas personas sufren en la vida una profunda pérdida de rumbo. Dramas difíciles de superar y que les llevan a buscar donde sea una respuesta a sus preguntas. Personas que pierden la fe y van a la deriva. Hasta que un hecho clave les devuelve la paz interior y el sentido a sus vidas.
Daniela Rosati es hoy es una mujer nueva. En la Italia que la vio nacer, es una de las caras más conocidas de la televisión. Y de las revistas del corazón. Guapa, gran profesional y mujer de éxito, parecía que Daniela lo tenía todo. Pero detrás de su rostro sonriente se escondía una trayectoria de sufrimiento y desesperanza.
Nació en Roma, en 1958, en el seno de una familia católica. Con diecinueve años, una muerte inesperada hizo tambalear los cimientos de su fe.
Poco después se casó y se separó, para casarse de nuevo con el famoso empresario y presidente del Milán, Adriano Galliani.
Daniela quería formar una familia pero el destino quiso que su sueño no se cumpliera. Hasta en cuatro ocasiones se quedó embarazada sin éxito. Fue entonces cuando, en busca de respuestas a sus preguntas, alejada hacía tiempo del catolicismo, se hizo budista.
Sin embargo, aquel cambio de rumbo espiritual en su vida tampoco debió llenarla demasiado.
Fue una casualidad la que hizo que Daniela encontrara por fin la paz que siempre había estado buscando.
Era el año 2005 y se encontraba haciendo una investigación sobre la reina Cristina de Suecia, aquella soberana del siglo XVII que renunció al trono, abjuró del protestantismo y se convirtió a la fe católica terminando sus días en Roma.
Daniela se empezó a interesar por el proceso de conversión de la reina en el que, al parecer, había influido la figura de otra mujer, Santa Brígida de Suecia.
Para encontrar respuestas a sus preguntas, Daniela acudió un día a la Iglesia de Santa Brígida de Roma en la que se custodian algunas de sus reliquias.
Sorprendida por la fe con la que los visitantes acudían a aquel templo, Daniela se unió a la larga cola que esperaba poder ver los restos de la santa. Fue entonces cuando tuvo la visión de una fuerte luz, cayó de rodillas y vio una inscripción en la que podía leerse la palabra “castidad”.
Aquel instante marcó un antes y un después en la vida de Daniela Rosati. Inició un camino de retorno a la fe en la que había crecido. No solo eso, sino que decidió dar un giro radical a su vida haciendo caso a la visión que había tenido en la Iglesia de Santa Brígida.
Por aquel entonces ya se había separado de su segundo marido y tenía otra pareja a la que le comunicó que, a partir de ese momento, iba a abrazar una vida de castidad.
En 2011, Daniela Rosati decidió convertirse en laica consagrada en la iglesia de la localidad sueca de Vadstena donde viven hermanas brigidianas.
Hasta allí acude siempre que puede y pasa buena parte de su tiempo oyendo misa, meditando y dando testimonio de su profunda conversión. Ahora que es oblata, Daniela no descarta la idea de, algún día, ingresar en un convento como monja.
Lo más importante es que ahora se siente en paz y ha encontrado el camino del que durante tantos años se había alejado. Y fue la patrona de Europa y doctora de la Iglesia, Santa Brígida de Suecia, quien guió sus pasos.