¿Tienes miedo y aprensión a las bacterias? A veces no son tan malas, y si aunque generalmente son sinónimos de “suciedad” en este caso es totalmente lo contrario.
Unas bacterias “entrenadas” limpiaron y dejaron casi como nueva las célebres obras de Miguel Ángel, en la Capilla de los Medici en Florencia.
Aprovechando las pocas aperturas al público del Museo delle cappelle medicee debido a los lockdown en Italia causado por el Covid-19, científicos y restauradores experimentaron con algunas bacterias “golosas”.
Estas bacterias golosas son: la Serratia ficaria Sh7, la Pseudomonas stutzeri Conc11 y la Rhodococcus sp Z-Cont. Que con gran voracidad se encargaron de “comer” toda la suciedad que se encontraba en el mármol.
Los estudiosos del Consejo Nacional de Investigación de Italia (Cnr) y la Agencia de Nuevas Tecnologías, Energía y Medio Ambiente (ENEA) se asombraron con gran satisfacción al ver el éxito del experimento.
Las “bacterias golosas” pudieron tranquilamente restaurar de modo biológico, sin la necesidad de usar un método agresivo, que puedan dañar de algún modo estas obras de incalculable valor.
La “bio-limpieza” como así se la ha denominado, pudo llegar a la suciedad infiltrada en el mármol de Carrara en la Sacristía Nueva, específicamente en las tumbas de Lorenzo y Giuliano Medici, que estaban afectadas por profundas manchas.
En 1921 papa León X primer papa de la familia de los Medici (hijo de Lorenzo el Magnífico) encarga el proyecto de la capilla para albergar las tumbas de su familia a Miguel Ángel Buonarotti.
El encargo que duró hasta el año 1934 fue luego confirmado por el segundo papa Medici, Clemente VII.
Miguel Ángel se encargó tanto de la arquitectura como de la parte ornamental artística de las tumbas.
Partiendo de la misma planta del Brunelleschi de la Sacristía Vieja, dividió los espacios con arcos triunfales que se abren hacia el ábside.
En las paredes laterales realizó los sepulcros monumentales a un lado la de Giuliano de Medici con las estatuas que simbolizan el “Día y la Noche”. En el lado opuesto la tumba de Lorenzo de Medici con la alegoría del “Crepúsculo y la Aurora”.
Arriba de las tumbas se encuentran las esculturas de los dos personajes a quien pertenecen. Tanto Lorenzo como Giuliano miran hacia el centro de la capilla, donde se encuentra la Virgen con el Niño en su regazo, obra incompleta de Miguel Ángel que tuvo que dejar Florencia por comisiones urgentes en Roma.
Fuente: quotidiano.net, avvenire.it