Son las ocho de la noche y al 113, número central de emergencias en Italia, llega una petición muy particular: "Estoy cansada, tengo hambre y no puedo cocinar porque tengo malo un brazo".
Era la llamada de una abuelita de 87 años del barrio Coverciano en Florencia.
La anciana se encontraba sola debido a que la empleada que la asistía no podía atenderla ese día. Creyendo que podía arreglárselas sola, dijo al hijo que no se preocupara y que no gastase más dinero en ella, que lo guardara para venir a visitarla.
Después de horas de ayuno y viendo la real situación en la que estaba, decidió pedir ayuda.
El operador de turno responde la llamada y la tranquiliza diciendo: "Señora, dígame desde dónde está llamando y no se preocupe, nosotros resolveremos todo".
A asistirla llegaron dos gentiles policías, Antonio y Giuseppe, que encontraron a la abuelita recostada en su cama. La pusieron cómodamente en una silla, y entre charlas y risas se pusieron a cocinar para ella.
¡La cena está lista! Después de algunos minutos, un exquisito plato de ravioli perfumaban delicioso en la mesa bien preparada de la ancianita.
Un gesto hermoso de solidaridad de estos policías que de repente se comportaron como cocineros improvisados.
Así como ellos, muchos de nosotros también podemos improvisarnos "cocineros", o "chico de los mandados" o "relator de cuentos" para algún vecino con necesidad. Sobre todo para tantos ancianos que por varias circunstancias se encuentran solos en su casa.
La imagen de la anciana y los policías-cocineros, rápidamente se hizo viral, de la misma manera deberíamos todos "viralizar" la solidaridad, la caridad y convertirla en nuestro estilo de vida.
Fuente: firenzetoday.it