El 19 de junio de 1921, unos meses después de escribir el poema más bello que se le ha dedicado a México, “Suave Patria”, su autor, el genial poeta Ramón López Velarde, entregaba el espíritu a los 33 años de edad.
En “Suave Patria” hay toda una radiografía de la provincia mexicana que retrata la vida de este país intensamente católico y guadalupano, roto por la delirante riqueza de la modernidad. Dos versos lo retratan de cuerpo completo:
López Velarde es considerado el “poeta nacional”. Como católico y como provinciano (nació en la ciudad de Jerez, en el Estado de Zacatecas, el 15 de junio de 1888) vio cómo se diluía el corazón de una Patria cuya esencia y vocación la había marcado en 1531 la Virgen de Guadalupe.
En un artículo intitulado “La conquista”, en el que el poeta compara lo visto en el interior de la Basílica de Guadalupe con el avance del pensamiento estadounidense en México, López Velarde dejó constancia del peligro que corría (que corre hoy más que hace cien años) la esencia de México si abandona la religión y la cercanía con la Virgen:
La vida de Ramón López Velarde fue breve, nada espectacular, llena de desengaños amorosos. A los 12 años fue al Seminario Conciliar de Zacatecas y de ahí a Aguascalientes. Luego estudió derecho en San Luis Potosí y en 1910 conoce al prócer revolucionario, Francisco I. Madero, con el que colaboró.
En 1911 se recibió de abogado y su primera ocupación fue la de juez en el pequeño pueblo de Venado, San Luis Potosí. Se estableció en la Ciudad de México en 1914, publica en periódicos y revistas y en 1916 aparece su primer libro, "La sangre devota''. Su segundo (y último) libro, "El son del corazón'', aparece en 1919.
En 1920 la suerte parece sonreírle. Su amigo de la facultad de Derecho en San Luis Potosí, Manuel Aguirre Berlanga, Secretario de Gobernación, lo invita a trabajar con él. Poco le dura el gusto, pues el general Obregón mata al presidente Venustiano Carranza en mayo de 1920. López Velarde pierde su trabajo. Antes había perdido sus amores.
Dice José Luis Martínez, en el prólogo a la edición de la Obras Completas de López Velarde:
Al final de “Suave Patria” dejó el camino trazado para México, en las cuentas del Rosario: