La Iglesia católica aparece como un bálsamo de esperanza en medio de la pandemia del Covid-19 en Paraguay. A la contención espiritual se le suma otro tipo de asistencias a las familias afligidas.
En el mes de marzo, la escasez de medicamentos e insumos para enfrentar al coronavirus (Covud-19) derivó en un estallido social. En medio de la desesperación, muchas familias debieron vender o empeñar sus pertenecías para afrontar con la compra de los medicamentos.
Como respuesta, la Iglesia no solo hizo un llamado de paz sino también puso manos a la obra para ayudar a superar la situación.
A pedido del arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, la Pastoral Social puso a disposición de las familias de pacientes todos sus recursos para contribuir con la compra de los medicamentos que estaban en falta.
En principio, voluntarios de la Pastoral llegaron hasta los hospitales para tomar nota sobre los medicamentos necesarios y establecer contacto con las familias. Hoy, tres meses después, se habilitó la primera sede de “La Farmacia del Pueblo”.
El arzobispo de Asunción aseguró que es “un verdadero escándalo” que el Paraguay lidere la lista de mayores fallecimientos por Covid-19 e hizo un llamado a las autoridades para tomar medidas al respecto y no ser indiferentes ante esta realidad.
El diácono Bernardo Figueredo, encargado de la Pastoral Social, explicó en comunicación con Aleteia que los propios beneficiarios de la farmacia decidieron denominarla “La Farmacia del Pueblo”.
La sede del dispensario está situada en el predio del exseminario metropolitano de Asunción, capital del Paraguay.
El encargado de la Pastoral Social explicó que con la habilitación del dispensario se podrá canalizar mejor las donaciones nacionales e internacionales que sostienen a esta obra. Asimismo otras iglesias se sumaron con su solidaridad.
La farmacia social contribuyó con la provisión de medicamentos a unas 2.000 familias desde su habilitación. “La Iglesia siempre está atenta y donde más se necesita es donde buscamos estar”, dijo.
Las familias de los pacientes internados por Covid-19 u otras enfermedades pueden retirar de forma gratuita los medicamentos que no son provistos por los hospitales públicos.
Figueredo señaló que la farmacia social y los comedores se sostienen gracias a la solidaridad de las personas y con recursos de la Pastoral Social. Sin embargo, debido al alto costo de los medicamentos, se decidió buscar otras fuentes de financiamiento.
“La Farmacia del Pueblo se sostiene gracias a la solidaridad del pueblo, gracias a ellos podemos ayudar a quienes necesitan. Ahora se han puesta a la venta dos propiedades del Arzobispado de modo a solventar los costos de los medicamentos Covid que son muy costosos”, explicó.
Además de la farmacia social, la Iglesia dispensó al menos unos 10.000 platos en los comedores solidarios habilitados en los hospitales de modo a asistir a las familias de los internados.
La Iglesia Católica- a través de sus diferentes movimientos- brinda contención espiritual. También realiza asistencia sicológica en los hospitales de contingencia habilitados para atender a los pacientes con Covid-19.
Asimismo, recientemente en el Hospital Ingavi del Instituto de Previsión Social fue habilitado “El Rincón de la Virgen”. En este caso, un lugar de oración para que las familias ofrezcan sus necesidades a la intermediación de la Virgen María.
Durante las últimas semanas también se hicieron frecuentes las celebraciones eucarísticas dentro de los hospitales con la presencia de familiares de pacientes y médicos.
Paraguay actualmente atraviesa por una de las peores etapas del coronavirus con un promedio de 100 fallecidos y 3.000 contagios al día. Atendiendo a su población de unos 7 millones, este país sudamericano se sitúa como el de mayor tasa de mortalidad especifica por Covid-19 en el planeta.
La situación de este país se complica debido al lento avance de las inmunizaciones contra el coronavirus que aún no han superado el umbral del 10% de su población.