En un viaje al País Vasco es imprescindible la visita al santuario de Santa María de Itziar. Reúne todos los elementos que un viajero pueda desear, desde la naturaleza en estado puro a la arquitectura religiosa medieval más rotunda.
El santuario está en un enclave alto de Gipuzkoa, rodeado de bosques frondosos, y dispone de unas excepcionales vistas al mar Cantábrico. Forma parte del Camino de Santiago para los que toman la ruta de la costa en España.
En el interior se venera la imagen de la Virgen de Itziar, que podría ser una de las más antiguas del País Vasco junto con la de Irún. La escultura sorprende por su belleza y por la delicadeza con que está hecha. Sin duda es una de las más hermosas de la iconografía vasca.
Los marineros tienen especial devoción a la Virgen de Itziar desde hace siglos. Muestra de ello es que en el interior del templo podrá verse un barco colgando a modo de recordatorio y de exvoto por tantas tempestades y peligros en los que se ha invocado el auxilio de Nuestra Señora. Quien conoce el mar Cantábrico sabe que puede volverse en contra con facilidad.
La fundación del santuario de Itziar se remonta nada menos que al siglo VIII (lo sabemos por una Carta Real firmada por Sancho el Mayor de Navarra en el año 1027) y posteriormente se hizo una amplia reforma en el XVI. El edificio es similar a una gran casa fortificada, una torre cuadrada que sirve de protección y que casi parece un castillo.
En el interior hay una sola nave de grandes dimensiones, sin columnas y dividida en tres tramos rectangulares.
El retablo llama la atención. Es de estilo plateresco y fue elaborado en madera por Andrés de Araoz en el siglo XVI.
En el exterior, entre el santuario (que es la parroquia del pueblo de Itziar) y el mar, que queda a pocos kilómetros, hay un jardín muy especial. En él está instalada "Amatasuna" (maternidad en vasco). Es una escultura de acero del artista contemporáneo Jorge Oteiza (1908-2003).
Con tres piezas en vertical y alguna forma redondeada, Oteiza hace un elogio a la maternidad y ofrece este tributo tanto a la Virgen como a su esposa, que se llamaba Itziar.
En cuanto a la devoción de los marineros a la Virgen de Itziar, la Historia nos ha dejado el valioso testimonio de Juan Sebastián Elcano. El marino español que completó la primera vuelta al mundo, cuando ya se encontraba moribundo y quiso hacer testamento en aguas del Pacífico, dejó parte de sus bienes al santuario de Itziar en agradecimiento por la protección del cielo. Él había nacido en Guetaria, otra población costera vasca.
Itziar pertenece jurídicamente al municipio de Deba, que se encuentra a muy pocos kilómetros. Los une una carretera con bastante desnivel y algunas curvas en medio de bosque atlántico. En una de ellas vale la pena parar porque se trata del Mirador de la Salve. Hay una pequeña imagen de la Virgen y lo que se divisa desde este punto no tiene parangón: desde Biarritz (Francia) hasta más allá de Guetaria.
Desde hace siglos, cuando los marineros divisan Itziar desde el mar rezan una Salve o el rosario. Ahora paran ahí los "motards", familias o peregrinos del Camino de Santiago, y la vista es tan imponente y la imagen de la Virgen tan próxima que todo ayuda a oxigenarse física y espiritualmente.