La Virgen de las parturientas es una hermosa imagen del pintor Antoniazzo Romano creada en el 1500, un fresco que se encontraba en la antigua Basílica Vaticana.
Con la nueva construcción de la actual basílica en 1574 la imagen fue desprendida del muro y conservada.
Pasaron 31 años hasta que se la pudo ubicar, colocándola en una capilla de las Grutas Vaticanas. Y por más de cuatro siglos esta querida imagen de la Virgen María, fue protectora de las futuras mamás.
Era costumbre entre las mujeres romanas que estaban en la dulce espera. Colocaban una cinta alrededor del cíngulo de la Virgen, que luego llevarían en sus mismas cinturas hasta la hora del parto, como una forma de invocar la protección de la Madre Celestial para una feliz maternidad.
Hoy se puede apreciar sólo un fragmento del fresco. Lo que quedó después de haber atravesado cuántas vicisitudes a través de los tiempos.
En el original la Virgen y el Niño eran rodeados de querubines. Hoy se puede apreciar sólo una ala de unos de los angelitos.
Tanto el rostro de María y el rostro del dulce Niño, tienen una fuerza expresiva extraordinaria: la mirada amorosa de Nuestra Señora, mira serenamente a los fieles, como escuchando sus suplicas.
El Niño, en cambio, parece extenderse a toda la humanidad en un abrazo simbólico, bendiciendo con sus pequeñas manitos.
La imagen siempre estuvo en el Vaticano, hasta mayo del 2021, fecha en la que fue trasladada a Turín, para ser expuesta durante dos meses.
La Virgen María de las parturientas, visita Turín con una clara misión, la de “traer consuelo en este tiempo de pandemia y la esperanza de que lleguen días menos difíciles y más serenos” como explicó Pietro Zander, encargado de la Fábrica de San Pedro a Vatican News.