Gerard Marino siempre ha llevado una Medalla Milagrosa al cuello. Fue un regalo de su madre, quien obsequió a todos sus hijos cuando eran muy pequeños una imagen de la Medalla Milagrosa.
Los padres de Gerard consagraron su noviazgo a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, y más tarde a toda su familia. Gerard, llamado Gerard Majella por el santo del mismo nombre, es el decimoquinto de 17 hijos.
Cuando Gerard estaba nadando en el océano hace diez años perdió su preciosa medalla, pero una de sus hijas la encontró enterrada en la arena cuando vio algo reluciente en el agua tras las olas.
Recuperarla fue como encontrar una aguja en un pajar, pero Gerard, de 46 años, nunca pensó que sería el destinatario de ese pequeño milagro dos veces.
Durante los últimos cinco años, Gerard, su esposa Katie y sus cinco hijas fueron de vacaciones a Naples, Florida (EE. UU.), y en el último viaje Gerard fue a la playa a pasar un día con las niñas.
El agua estaba en calma y las hijas estaban buceando. Él estaba en el agua, que le llegaba a la cintura cuando vieron un delfín. Entonces fue a buscar su celular para hacer una foto, la cadena se soltó y la medalla desapareció bajo el agua.
Gerard la buscó por todas partes pero no pudo encontrarla. La pérdida lo entristeció mucho, ya que su madre había fallecido un par de años atrás.
Sin querer perder la esperanza, Gerard comenzó a buscar on line dónde alquilar detectores de metales y encontró un servicio que recomendaba a un hombre llamado Tony. Era el 4 de julio, un fin de semana festivo en los Estados Unidos y domingo, pero en 30 minutos Tony estaba fuera del cuartel de los marines listo para ponerse a trabajar. Eso ya parecía un milagro.
Mientras Tony buscaba en el océano, Gerard rezaba. Luego Tony le dio a Gerard su segundo detector de metales para que pudiera ayudar. Mientras tanto, Katie y sus hijas fueron a misa, a rezar para que encontraran la medalla. “Sobre todo mi hija menor, rezaba muy intensamente a la Virgen María”, dijo Katie.
Gerard había perdido la medalla alrededor de las 7.30 y la volvió a encontrar a las 11.00.
"Lo vi detenerse, arrodillarse y sacarla del agua", comentó Katie. “Fue un regalo no solo que la encontraran, sino que él fuera el que la encontrara... Estaba abrumado por la emoción”.
Después de abrazar a su esposo, Katie corrió hacia Tony exclamando "¡La encontró! ¡Lo encontró! " Todos empezaron a aplaudir, ya que muchos conocían la historia.
Tony preguntó a todos si podían rezar una oración de agradecimiento. Abrazó a Gerard y a Katie y guió la oración, pidiendo protección para el resto de sus vacaciones. También les dijo que no quería ser pagado.
Pero Gerard, insistió y le pagó incluso más de lo acordado. Los dos se han hecho amigos y Katie dice que cree que se mantendrán en contacto.
Katie dice que ver toda la escena fue muy significativa. "Fue muy importante que mis hijas testificaran el poder de la oración y de cómo Dios y nuestra Santísima Madre están presentes en los pequeños detalles de nuestra vida diaria".
Para Gerard fue un recordatorio de la importancia de confiar en Dios y nunca darse por vencido, y también del hecho de que sus Madre Celeste y la terrena siempre están ahí para él, listas para ayudarlo.