La toma de decisión en pareja es algo importante en las primeras etapas del noviazgo, pero también lo es en el matrimonio, donde cada vez aparecen más temas importantes sobre los cuales hay que decidir juntos.
Tomar una decisión puede requerir de una gran cantidad de energía y hasta puede producir agotamiento o ansiedad si ese proceso decisorio no se vive bien.
La carga de tener que decidir sobre un asunto puede recaer o sentirse más en uno que en otro hasta el punto de convertirse en una decisión unilateral, generar conflictos por tener diferentes puntos de vista, dejarse llevar por las circunstancias o paralizarse por temores a las consecuencias.
Aquí algunos pasos que pueden ayudarnos a encaminarnos junto a otro en la toma de una buena decisión compartida: construir un plan de discernimiento, fijar un tiempo límite, rezar juntos, aceptar la responsabilidad mutua y hacer una evaluación sincera.
1Hacer un discernimiento
Primero, reúnan todos los hechos sobre su decisión. Lean la información disponible, investiguen, hagan preguntas o consulten con otros.
A veces las experiencias de los demás pueden brindarnos información que quizás no hemos considerado antes.
Procuren no hablar solo con aquellos que apoyan su punto de vista y elijan a personas que conozcan sobre el tema en cuestión o que pueden darles un punto de vista objetivo.
Pongan la información por escrito y formen una lista utilizando una hoja de papel o una pizarra que esté a la vista para los dos. Aunque al principio les parezca que es demasiada información, al plasmar las ideas, éstas se irán aclarando y dejando al descubierto las más relevantes, relegando las que no lo son tanto.
Una vez que la información esté visible, escuchen cada uno sus sentimientos mientras consideran los pros y los contras de cada opción. Las emociones actúan como puntos de brújula hacia los deseos más profundos.
¿Las opciones que se destacan les brindan una sensación de paz y esperanza? ¿Hay sentimientos de ansiedad o desesperación?
Sondeen juntos el origen de esos sentimientos para averiguar si provienen de deseos egoístas, miedo a lo que otros puedan pensar o un deseo genuino de hacer el bien.
Es muy probable que la decisión no se tome en ese mismo momento, pero será un buen comienzo como ejercicio tanto personal como compartido.
En un mundo apresurado como el de hoy, hay mucho valor no solo en recoger la información, sino también en ser capaces de aplicar esta práctica reflexiva.
Y si, luego de darle varias vueltas, no surge una opción clara, pueden recurrir a unos ejercicios imaginativos como apoyo que ha propuesto el santo san Ignacio de Loyola y que aún hoy en día siguen vigentes.
Imaginen que unos amigo se les acerca con la misma situación, ¿qué les aconsejarían?
Y si pudieran hablar con alguien en quien confiaban pero que ya ha fallecido, ¿qué les diría sobre sus opciones? ¿Estaría complacido, decepcionado o neutral con su decisión?
Por último y más importante, discutan la decisión juntos. Compartan sus deliberaciones.
El proceso de compartir emociones les ayudará a dar sentido a sus pensamientos y sentimientos.
Y tengan en cuenta que emociones tales como la paz, la libertad y la alegría son indicadores que nos acercan a una elección correcta.
2Establecer un límite de tiempo
Establezcan un marco de tiempo en el que tomarán su decisión. No apresuren las decisiones importantes, pero tampoco las posterguen. Es fundamental poner un tiempo fijo y un día concreto para la decisión.
A veces no podemos tenerlo todo claro o cubierto. Siempre podremos ir un poco más allá o pensar en algo más, pero no podemos controlarlo todo.
Si las opciones se han puesto sobre la mesa y se han examinado razonablemente y todas son igualmente atractivas o todavía no hay una respuesta clara, simplemente decidan.
No tengan miedo de tomar la mejor decisión que puedan tomar en ese momento. Cuando la fecha estipulada se presente, decidan a conciencia con lo que saben y sigan adelante.
3Rezar juntos
Para aquellas parejas que han recibido el sacramento del matrimonio, eso significa que han invitado a Dios a ser el punto focal de su relación conyugal.
Pedir ayuda a Dios en el proceso de toma de decisiones puede darles claridad y fortaleza como pareja. La fe es fundamental.
Tomar decisiones con la presencia divina nos ayuda a que podamos intentar no buscar una opción a la otra según nuestros gustos, sino buscar hacer la voluntad de Dios.
Esto nos ayuda a mantener el enfoque y la perspectiva del fin último y la meta de nuestra existencia para que cada decisión sea congruente a ella.
Recen para que Dios los ilumine y los mueva a buscar lo que es mejor. Y que a través de ese proceso puedan aprender a confiar en que Dios, al querer nuestra felicidad, quiere llevarnos a un buen lugar donde encontraremos gozo y plenitud.
Volverse a Dios en oración es abrirse y buscar ser guiado por Él hacia lo que mejor nos conviene.
Dios está continuamente 'trabajando' en nosotros y con nosotros en los eventos ordinarios de nuestra vida.
Inviten también a Dios en su reflexión: Con esta decisión, ¿hay algo que quiere mostrarnos? ¿Qué respuesta espera de nosotros? ¿Nuestra decisión le agrada? ¿Cómo afecta a los demás, especialmente a los más vulnerables?
4Aceptar la responsabilidad mutua
Acepten la corresponsabilidad de las decisiones que tomen como pareja. De lo contrario, puede haber tensión o resentimiento y eso puede afectar negativamente su relación.
Ustedes son individuos únicos con diferentes necesidades y deseos, por lo que no siempre estarán de acuerdo en todas las decisiones. Esto significa que de vez en cuando tendrán que comprometerse y confiar el uno en el otro.
Cada uno debe hacerse la pregunta: ¿es esta decisión la mejor para nosotros o solo para mí?
Si la respuesta es "solo yo", es posible que su decisión no sea vital para su relación. Es importante buscar centrarse en el entendimiento mutuo y la unidad en su relación durante el proceso.
Independientemente del resultado, la toma de decisión debería conducirnos al final a construir una relación más solidaria y amorosa.
5Reevaluar lo decidido
Evalúen las decisiones importantes de vez en cuando y no tengan miedo de admitir que tomaron una decisión que no ha funcionado bien para uno o para ambos.
También tengan en cuenta procesos de decisión pasados. Así es como sabrán qué funciona y qué no, cuáles han sido sus fortalezas y debilidades durante el proceso y qué han aprendido de ellas.
Muchas parejas quedan atrapadas por un sentimiento de orgullo o miedo a equivocarse. De ese modo, no admiten que una decisión puede no ser la mejor y debe ser examinada nuevamente. Eso no les permitirá avanzar.
Piensen que si una decisión se ha tomado con franqueza, honestidad y confianza, las cosas se podrán arreglar.