El divorcio siempre es doloroso y estar divorciado siendo católico practicante puede ser terriblemente aislante. Sin embargo, aunque tus amigos de estudio de la Biblia puedan estar todos felizmente casados, hay unos cuantos santos que pasaron por el divorcio por diferentes razones. Si te sientes solo o sola en esta dificultad, acércate a conocer a algunos santos y santas que han pasado por lo mismo.
Fue una cristiana de la nobleza en el Imperio romano. Como estaba casada con un hombre cruel, Fabiola lo abandonó y logró el divorcio. No había pecado al hacerlo, claro está, ya que la Iglesia siempre ha permitido que los esposos se separen en casos de abuso o adulterio. Pero Fabiola decidió volver a casarse, a pesar de la enseñanza clara de Jesús, y pasó muchos años alejada de la Iglesia. Sin embargo, cuando murió su segundo marido, Fabiola hizo penitencia pública y regresó a la Iglesia. Luego, para sustraerse de las tentaciones del mundo, vendió todas sus propiedades para construir el primer hospital en Occidente y recibió la admiración del malhumorado san Jerónimo.
Fue un noble belga cuyo matrimonio con la arrogante noble Guimaria fue un arreglo del rey. Guimaria tenía un trato abusivo hacia los sirvientes en ausencia de Gumaro y se negaba a pagarles. Por mucho que lo intentó, Gumaro nunca logró convencerla de que buscara una relación con Jesús y, después de muchos años de esfuerzos sin fruto, se separaron. Gumaro luego se hizo eremita y terminó fundando una abadía.
No estaba realmente casada. A los 15 años, hizo un voto de virginidad, pero sus padres se negaron a aceptarlo y acordaron un matrimonio para ella. La muchacha acudió al obispo en busca de ayuda, pero él había sido sobornado para que ignorara sus súplicas y Cristina fue “casada” en contra de su voluntad. Pero, por supuesto, es imposible casarse en contra de la propia voluntad, independientemente de lo que pareciera haber sucedido. Cristina fue retenida en cautiverio durante varios años antes de escapar para convertirse en ermitaña. Después de unos pocos años, su marido putativo renunció y obtuvo una anulación del matrimonio basándose en que, claramente, Cristina nunca había dado su consentimiento. Cristina llegó a ser una mística y una abadesa.
Se casó a los 16 años con Alejandro, un viudo con dos hijos. Cuando Alejandro se fue a la guerra, la dejó al cargo de todos sus asuntos. Sin embargo, al regresar, Alejandro empezó a tener una aventura, obligó a Serafina a vivir como sirvienta y colocó a su amante en su lugar. Cuando ella se sometió humildemente a semejante trato, su santidad hizo que Alejandro se enfureciera hasta intentar asesinarla varias veces. Ante esto, Serafina dejó de intentar reconciliarse con su marido y se retiró a sus aposentos para llevar una vida de oración. Alejandro finalmente expulsó a Serafina de la casa y la obligó a vivir con las Pobres de Santa Clara. Serafina rezaba constantemente por la conversión de Alejandro pero, finalmente, sintió que debía abandonar toda esperanza de que cambiara. Fue acogida en las Pobres de Santa Clara y asumió los votos de monja. Cierto tiempo después, Alejandro se arrepintió y pidió a Serafina que regresara, pero ella se negó. Él vivió una vida solitaria de penitencia y falleció antes que ella. Ella continuó su vida de santa como monja y, después, como abadesa.
Fue una coreana conversa al cristianismo que atrajo a Cristo a su hijastro y a su suegra. Su marido, por otro lado, ridiculizaba su fe y terminó dejándola por una concubina. Columba podría haber quedado consternada por este giro de los acontecimientos (al menos por preocupación por el alma de él), pero resultó ser algo providencial. Era ilegal que los hogares nobles propiedad de mujeres fueran registrados por las autoridades. Como su marido no estaba, la casa de Columba se convirtió en un núcleo de actividad clandestina. Columba pasó el resto de su vida como evangelista y catequista, protectora del único (y buscado) sacerdote de Corea y como el corazón de su comunidad, antes de ser martirizada con 40 años.
Fue un granjero vietnamita cuyos padres lo empujaron al matrimonio. Domingo y su esposa eran una pareja terrible y no tardaron en separarse. Domingo vivió entonces como célibe y se dedicó al estudio del idioma chino hasta que fue expulsado de su aldea y, finalmente, fue arrestado y martirizado.
Fue una mujer noble rusa que se casó con su primo y trabajó como enfermera en la Primera Guerra Mundial antes de huir de Rusia durante la Revolución Rusa. La pareja se dirigió a Canadá y, aunque él era adúltero y abusivo, tuvieron un hijo juntos. No mucho después, Catherine dejó a su esposo, se convirtió al catolicismo y obtuvo la nulidad de su matrimonio. Ella y su hijo se mudaron a Nueva York, donde Catherine trabajó con los pobres y luchó por la justicia interracial. Se casó a los 47 años y, con su esposo, fundó una comunidad llamada Madonna House que todavía sigue activa.