Sonriente y con su sotana blanca. Seguramente la mejor imagen para retratar la misión y el legado de un obispo nacido en Corella-Navarra (España, 1944), pero con corazón en la famosa zona afroecuatoriana conocida como Esmeraldas.
Es que aquella carta de renuncia y obligatoria, presentada al papa Francisco allá por 2019 cuando cumplió 75 años, ha tenido su capítulo final este 2 de septiembre cuando Antonio Crameri asumió como nuevo obispo de Esmeraldas. Una etapa que se cierra luego de 26 años de buenas historias, luchas, consuelos, acompañamiento y pastoreo.
“He visto a Dios en el pueblo esmeraldeño, un Dios que no le he visto ni en los libros cuando estudié Teología en París”, había dicho el propio Arellano, según recuerda una nota de perfil realizada por El Universo con motivo del fin de su obispado en Esmeraldas.
Según recuerda la Conferencia Episcopal Colombiana. Arellano ingresó en el Noviciado de la Congregación Comboniana en Moncada, Valencia. después de su profesión religiosa el 15 de agosto de 1968. Ha continuado sus estudios de filosofía en Portugal y teología en París.
La ordenación sacerdotal de Arellano sucedería el 18 de diciembre de 1972. Cinco años después sería enviado como misionero al Vicariato de Esmeraldas, sitio donde trabajó en la famosa localidad de San Lorenzo visitando los pueblos. Recién en 1982 sería nombrado párroco de la Iglesia Santa Marianita en Esmeraldas. También fue designado Superior Provincial de los Combonianos de Ecuador y Colombia, cargo que desempeñó por seis años. La ordenación episcopal llegaría recién en 1995.
Cualquier habitante de esa zona norte y Esmeraldas conoce a Arellano. Seguramente no tanto por algunos cargos que ocupó como el de presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (2017-2019). El recuerdo de Arellano pasa por su cercanía con la gente, por la ayuda en la formación de jóvenes pandilleros o inmersos en el consumo de alcohol. Es Arellano quien será recordado por bajar con su sotana blanca hasta los barrios bajos de la zona ribereña para pacificar los conflictos entre pandillas juveniles.
“Ni los militares o policías podían ingresar a solucionar los conflictos juveniles”, expresó Rosa Caicedo, habitante del barrio Isla Piedad, cuando se sorprendió una noche al observar a aquel sacerdote vestido de blanco en medio de una disputa, detalla El Universo.
Por demás conocido también es su perfil de “solucionador de problemas”. Con dos o tres palabras aquello era posible.
Sin duda el cantón de San Lorenzo, en la zona binacional de frontera entre Ecuador y Colombia, fue la zona donde comenzó sus “grandes compromisos sociales”. Es ahí donde se transformó en gran impulsor de obras, proyectos y guía espiritual, recuerda la semblanza de El Universo.
Para muchos aún es recordado, además de su defensa de la naturaleza, el episodio que ha tenido con Walter Patricio Artízala Vernaza. En este caso el famoso líder del grupo disidente de las FARC –el Frente Oliver Sinisterra- conocido como alias “Guacho” (abatido finalmente en 2018).
Detrás de “Guacho” y su grupo estaba la responsabilidad de secuestros en la zona fronteriza, además del vínculo con la muerte de tres integrantes del equipo periodístico de El Comercio en marzo de 2018.
En ese tiempo trascendió que el propio Arellano se había ofrecido de mediador mientras se lo buscaba a Guacho debido a que lo había conocido durante su niñez y adolescencia. Fue el propio Arellano quien llegó a pedirle a Guacho, a través de un mensaje, “que se entregue”.
El próximo 11 de noviembre Arellano cumplirá 77 años. Pero su misión, ya alejado de Esmeraldas, permanece intacta. Su próximo destino como sacerdote será Tumaco en Colombia, una zona que tiene similitud con Esmeraldas en cuanto a las necesidades de la juventud.
Es ahí donde, de un momento a otro, Dios mediante, será posible que pueda seguir “solucionando problemas” y también con vínculo con San Lorenzo. Es ahí donde seguramente se lo seguirá viendo sonriente y con su sotana blanca.
