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La austeridad: buena consejera para ser más feliz

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Miriam Esteban Benito - publicado el 18/09/21
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"Tened valor para educar en la austeridad -decía san Josemaría Escrivá a un grupo de familias-; si no, no haréis nada"

Tener tanto nos distrae de lo importante: hemos sido hechos para ser felices. Todos buscamos la felicidad. Si preguntamos a una persona si quiere ser feliz sin ninguna duda nos dirá: “Yo??? claro que sí”.

La austeridad embellece a quien la adquiere y le ayuda a ser feliz. Es algo así como esa piececita pequeñita pero fundamental dentro del puzzle de la vida. La austeridad se concibe como un modo de vida que germina en el espíritu proporcionándonos paz interior. Pero para esto es imprescindible saber encontrar el equilibrio en las cosas que tenemos. No debemos buscar la austeridad como mortificación o conformismo sino como beneficio de nuestra persona, de nuestra vida.

La economía del consumismo gira en torno a los “infelices”: necesito estos zapatos para ser feliz, el día que consiga ese coche seré feliz… Sin embargo, quien es feliz no necesitará ni zapatos nuevos ni coche nuevo y, por lo tanto, será más austero. Además, no se trata solamente de reducir el consumo al máximo, sino de vivir con desprendimiento y gratitud.

Somos conscientes de que es muy fácil distinguir la feliz belleza de quien tiene orden y serenidad interior, de aquél en quien lo exterior no está en armonía con lo interior.

Llegados a este punto, quizás la primera pregunta a plantearnos sería: ¿quiero buscar la felicidad? Y la segunda ¿por dónde comienzo a vivir la virtud de la austeridad , si quiero cambiar de estilo de vida junto con mi familia?

Para empezar, hay que examinar que sería necesario cambiar dentro de nosotros para perseguir tal virtud. Ser austero exige autoconocimiento y autocontrol. ¿Estamos dispuestos a fomentar la moderación, la templanza y la sobriedad?

Dado este paso, podemos iniciar a realizar un recorrido mental por cada uno de los espacios y hábitos de nuestro día a día y localizar qué costumbres o cosas materiales nos roban la paz. Seguidamente, también deberíamos analizar en qué ámbitos de nuestra vida podemos ser más cautos. Por ejemplo: ¿cuáles son las cosas cuyo uso podemos limitar (coche, calefacción, electricidad…)? ¿Qué productos de uso diario son más sostenibles? ¿sabemos cuidar el reciclaje? ¿Somos reflexivos a la hora de satisfacer nuestras necesidades?

Una mudanza o un cambio de armario pueden ser ocasiones perfectas para reflexionar sobre nuestras verdaderas exigencias y, en consecuencia, vender o regalar aquello que no necesitamos, siempre buscando una segunda vida a las cosas materiales.

Lo que más me cautiva de la virtud de la austeridad es aprender a dar el valor que corresponde a cada cosa. Nuestros actos, decisiones y compras pasan a ser algo más que el ansía de quien busca la satisfacción inmediata, la necesidad imperiosa de saciar un capricho o el engaño de tapar un hueco emocional… Todo adquiere un sentido, una razón de ser, en orden al bien común y al consumo responsable.

Son muchos los beneficios de practicar la austeridad:

-Vivir la austeridad nos ayuda a conocernos y regularnos:

Capacita a la persona para hacerse dueña de sí misma, pone orden en la sensibilidad y la afectividad, en los gustos y deseos, en las tendencias más íntimas del yo: en definitiva, nos procura el equilibrio en el uso de los bienes materiales, y nos ayuda a aspirar al bien mejor ( Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1809)

-Vivir la austeridad nos hace más creativos y menos caprichosos.

La austeridad desarrolla muchísimo nuestra creatividad. Pues se aprovechan al máximo todos nuestros recursos y se busca constantemente convertirlos en atractivos. Es posible darle una oportunidad a las cosas viejas, encontrar igualmente la belleza en cosas más sencillas.

-Vivir la austeridad nutre de mayor calidad las relaciones humanas

La persona austera reconoce mucho mejor el respeto y el amor de las personas que le rodean. La austeridad nos empuja a vivir más presentes, agradecidos, conscientes y conectados a toda la belleza que hay en un ser humano.

-Vivir en la austeridad nos ayuda a tolerar mejor la frustración

La austeridad emocionalmente nos educa a darnos cuenta de que no siempre podemos tener nuestros deseos satisfechos.

La felicidad no reside en tener más cosas o en tener todas nuestras apetencias cubiertas. La austeridad es una buena consejera para no buscar desesperadamente y sin éxito lo Infinito en lo finito. Estamos tan bien hechos que nuestro corazón a través de ella Le reconoce: como cuando llega la felicidad.

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