El pasado domingo, 19 de septiembre, tuvo lugar en Cumbre Vieja, en La Palma (España), en la zona de Cabeza de Vaca, en el municipio de El Paso, un terremoto seguido de una explosión.
Un nuevo volcán en Canarias que desde entonces ha mantenido en vilo a toda España. En las últimas horas, la lava ha llegado al mar, provocando exhalación de gases peligrosos.
Las explosiones, las rocas y el avance de la lava destruyen a su paso cosechas, plantaciones, granjas de ganado y casas, más de 6.000 personas desplazados, y aunque gracias a Dios no hay daños personales, si hay que lamentar cuantiosas pérdidas de viviendas y negocios.
Los peligros de la erupción de un volcán no son solo materiales, también existe mucho riesgo para las personas. Al igual que los incendios, la mayoría de las muertes no son por las quemaduras sino por la inhalación de gases.
Además de asfixia, lesiones pulmonares y de vías respiratorias altas, también lesiones cardíacas y oculares, dolores de cabeza, quemaduras por calor y químicas, y lesiones traumáticas.
La exposición a metales pesados y otros químicos peligrosos permanecen tiempo en el aire y el agua, que junto a la ceniza en suspensión producen una mezcla peligrosa. Las partículas en suspensión junto con el calor hacen que se puedan transportar hasta muchos kilómetros de distancia.
El smog volcánico, que también se conoce como niebla volcánica, contiene ceniza, dióxido de azufre SO2, monóxido de carbono CO, Hidróxido de Fluor HF y otros gases dañinos para nuestra salud.
La ceniza volcánica no es ceniza en realidad. Es roca pulverizada. Una pequeña capa puede llegar a pesar tanto que derrumba techos. A menudo contiene pequeños trozos de lava llamada piedra pómez o escoria volcánica. La ceniza volcánica puede ser áspera, ácida, arenosa, caliente, vidriosa, maloliente y completamente desagradable.
La erupción de un volcán es una emergencia sanitaria muy compleja con muchos riesgos para la salud. El volcán produce gases, cenizas, flujos de lodo (lahares), terremotos, flujos de lava, flujos rápidos de gases calientes y escombros (piroclásticos).
Los principales síntomas de la exposición a los gases emitidos tras la erupción volcánica son los siguientes:
A parte de las lesiones directas del volcán, también existen daños indirectos, dado que el aire, agua, el ganado y los cultivos quedan comprometidos, los servicios de emergencia están saturados y no pueden atender otras urgencias.
También se afectan servicios básicos como el transporte, la luz, electricidad, calefacción y aire acondicionado. Aumentan las concentraciones de personas, muchas veces en condiciones muy poco higiénicas con lo que aumentan las enfermedades de transmisión como el covid.
Las medidas preventivas incluyen como primera y mas eficaz medida la evacuación temprana, dado que los volcanes suelen avisar con terremotos previos y salidas de gas, equipo de protección respiratoria como mascarilla FFP2 y para servicios de emergencia protección para geólogos y equipos de rescate.
Se debe evitar abandonar la vivienda y sólo salir cuando lo indiquen los servicios de emergencia o ante riesgo de derrumbe por acumulación de cenizas. Se deben cerrar puertas y ventanas, colocar toallas húmedas en puertas y ventanas para evitar corrientes, limpiar la ceniza acumulada y retirarla en bolsas de basura, evitando que alcance el alcantarillado.
Además, se debe llevar camisa y pantalones largos, gafas protectoras para evitar el contacto con cenizas y gases.
Si cogen el vehículo circular a 40-50km/h dado que la ceniza puede hacer efecto nieve, haciendo que deslicen o incluso que se atasquen las ruedas.
Vigile los síntomas de estrés térmico: dolor de cabeza, náuseas, mareos, debilidad, irritabilidad, sed, sudoración abundante, temperatura corporal elevada, confusión, alteración del estado mental, dificultad para hablar.
Use agua embotellada, lave bien fruta y verdura con agua potable.
Mantenga la calma y siga todas las indicaciones de las autoridades de emergencia.
Use el teléfono sólo si es estrictamente necesario para evitar colapsar las líneas.