“Rabbuni” - significa literalmente, en hebreo, “mi Maestro”. Así es como, en el Evangelio de hoy, Bartimeo se dirige a Jesús.
María Magdalena, que ama a Jesús, es la única otra persona que le dice esto. Los demás sólo le dicen “Rabí”, que significa “Maestro”.
¿Y cómo llamo yo a Jesús?
¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!
Bartimeo no es sólo un mendigo ciego de Jericó, sino también un hombre de fe. Cuando oyó que Jesús pasaba por allí, se puso a gritar:
No se trataba de un grito ordinario; era un grito que rompía el aire y que se oía a casi un kilómetro de distancia, como indica la palabra griega “krazo” utilizada en el evangelio.
Además, era un testimonio de fe. En la Biblia, la frase “Jesús, hijo de David” es una profesión de fe que identifica a Jesús como el Mesías.
La oración de Jesús
Estas palabras de Bartimeo se convirtieron en el comienzo de una de las oraciones más antiguas, la llamada “Oración de Jesús”.
En la tradición cristiana oriental es el equivalente al rosario.
En la tradición occidental es todavía poco conocida, aunque tiene más de 1500 años de antigüedad y está asociada a los monjes de Egipto y Grecia. Ellos, entre otros, influyeron en la forma de la oración que todavía se recita hoy:
Las invocaciones se cuentan en los nudos de un cordón de oración que, en griego, se llama komboskion. Está hecho de lana y tiene nudos para contar las invocaciones.
Lo más importante de la Oración de Jesús es que uno se halla en presencia de Dios. La invocación del nombre de Jesús tiene un gran poder.
Creer y confiar en Dios
Jesús le dijo a Bartimeo “¡Vete!; tu fe te ha salvado”. Esto no significa simplemente creer en Dios, en su existencia, sino creer a Dios, poner la confianza en Él.
Aquí 12 oraciones breves que invocan el nombre de Jesús: