Como todo proyecto familiar las familias ensambladas son una oportunidad verdadera para el amor, pero requieren de tiempo, dedicación, sacrificio, amor incondicional, trabajo intenso, oración, abandono absoluto en Dios, compromiso extremo, devoción y paciencia, entre otros.
Mezcla de aventura y realismo
Y es que, como plantea el terapeuta familiar Ron L. Deal, “combinar dos familias en un nuevo matrimonio puede ser una tarea muy compleja en la que se enlazan dos historias y estilos familiares únicos, personalidades, preferencias y tradiciones diferentes”. Es una tarea llena de grandes aventuras y desafíos; un camino de maduración y perfección que necesita del realismo para admitir que habrá momentos de crisis y límites.
Si un matrimonio bien intencionado -pero sin expectativas realistas- emprende un nuevo camino forzando, presionando o tratando de moverse rápidamente descubrirá no solo que el proceso es mucho más difícil, sino que tampoco podrá avanzar. Reducir las expectativas y darle tiempo a la familia es lo que hace que a largo plazo la integración sea posible.
Por eso, desterrar algunos mitos puede ayudarnos a avanzar con expectativas realistas hacia una verdadera integración familiar y preguntarse: ¿cuáles de estos mitos nos hemos sentido tentados a creer?, ¿cómo las expectativas poco realistas nos han llevado a frustrarnos o decepcionarnos? Y ¿cómo vamos a equilibrar los desafíos en nuestra relación amorosa?
“Debido a que nos amamos, los demás miembros de la familia también se amarán”
Es posible que el amor o las buenas relaciones no ocurran entre los miembros de la familia adoptiva. Es muy probable que se requiera de más tiempo en unos que en otros para que se desarrollen los lazos emocionales. Algunos se unirán rápidamente, otros lentamente, y es posible que algunos individuos nunca se unan. Las relaciones se trabajan toda la vida.
Es bastante normal que un padrastro tenga vínculos estrechos con un hijastro, mientras experimenta una relación distante con otro. Las relaciones serán diferentes dentro de la misma familia reconstituida y es importante reconocer que hay vínculos psicológicos de los hijos con sus padres biológicos que los adultos no pueden obligar a cambiar.
“Esta vez el matrimonio será mejor”
Aquellos que han experimentado una ruptura a menudo han aprendido duras lecciones del pasado. Es posible evitar caer en los mismos errores, pero también es un error pensar que solo por intentarlo una vez más, será simplemente mejor. Consciente o inconscientemente, las personas a veces tratan de hacer que su hogar sea como su familia de origen o su primera familia, solo que “esta vez será mejor”.
Si bien un nuevo matrimonio involucra a diferentes personas y diferentes dinámicas, no es raro que las personas caigan en viejos patrones y rutinas, como por ejemplo evitando los conflictos. Una barrera importante para el ajuste saludable de una familia reconstituida es cuando los padres niegan esa realidad. Por eso, un paso importante es llegar a aceptar los desafíos y oportunidades únicos de su familia. Si uno se niega a admitir una diferencia, sin querer puede apagar su capacidad de aprender formas nuevas y efectivas de relacionarse.
“Nuestros hijos se sentirán tan felices con esta nueva familia tanto como nosotros”
La verdad es que, en el mejor de los casos, los niños estarán confundidos acerca del nuevo matrimonio y, en el peor de los casos, lo resentirán. Volver a casarse es una ganancia para los adultos y un desafío para los niños. Sólo después de mucho tiempo, cuando se obtiene la estabilidad familiar, el nuevo matrimonio también se convierte en una ganancia para los hijos.
Un componente esencial es fortalecer el amor conyugal y abrazar la paciencia con los hijos recordando que siempre hay una pérdida por un padre o una madre que se ha ido o ya no está o la muerte que ha marcado un momento de ruptura. Es importante reconocer que esto tiene un impacto en la vida de la familia y que hay una sanación necesaria.
“Los padrastros se unirán rápido a los niños y actuarán como otro padre”
A veces los padrastros quieren tanto ser aceptados que tratan de manejar a los niños como lo haría un padre, pueden intentar mostrar afecto como lo haría un padre biológico o tener expectativas de ser tratados como tal rápidamente. Un ejemplo clásico de esta mentalidad es el adulto que exige que los hijastros llamen a sus padrastros "papi" o "mami".
Lo cierto es que muchas veces los niños necesitan algo de espacio inicialmente para construir una relación con el padrastro o la madrastra. Y es probable que los adolescentes o más mayores nunca los llamen así sino solo utilizando el nombre de pila. En este sentido, es una buena idea dejar que sean los hijos los que marquen el paso y uno siga su ejemplo.
“Podremos formar fácilmente una nueva familia”
En la mayoría de los casos, los niños no piden tener una nueva familia. Necesitan tiempo para desarrollar una historia y un sentido de familia. No es recomendable presionar para crear relaciones. A menudo es mejor tener expectativas mínimas de cómo se desarrollarán las relaciones en lugar de grandes expectativas que pueden no materializarse nunca.
Es bueno crear un ambiente y trabajar por esos ideales, pero sin forzarlo ya que eso lo hará más difícil y generará estrés. Está comprobado que la presión no trae buenos resultados en el largo plazo y según estudios realizados en relación a las familias ensambladas, el periodo medio que lleva integrarse es de 5 a 7 años. Con esto en mente, vale la pena prepararse para vivir un proceso de aprendizaje y crecimiento real entre todos.