La Orden Franciscana Seglar, que es una rama de la Familia Franciscana, formada por miembros que son solteros o padres de familia, está llevando a cabo su Capítulo General en Roma.
El papa Francisco llamó hoy a estos laicos - célibes y casados - parte de la “Iglesia en salida”, evangelizadores en medio de la gente y del mundo.
“La vocación del franciscano seglar es vivir el Evangelio en el mundo al estilo del ‘Poverello’ (Pobrecito), sine glossa”, afirmó el Papa al recibirlos en el Palacio Apostólico Vaticano.
El Papa indicó que “los laicos participan del sacerdocio de Cristo”, especialmente cuando están unidos al Señor, “en todas las dimensiones de la vida personal, familiar, social y eclesial”.
En su discurso, rememoró que la vocación de los franciscanos seglares proviene de la llamada universal a la santidad.
Una vocación seglar que instó a que prosiga con su “cercanía, compasión y ternura”.
“Y que seáis hombres y mujeres de esperanza, comprometidos a vivirla y también a "organizarla", traduciéndola en las situaciones concretas de cada día, en las relaciones humanas, en el compromiso social y político; alimentando la esperanza en el mañana aliviando el dolor de hoy”.
Conversión del corazón
Asimismo, insistió por una santidad que supone la conversión del corazón, atraído, conquistado y transformado por Jesús, que es "el bien, todo bien, el sumo bien". (San Francisco, Alabanzas a Dios Altísimo).
Una conversión que es felicidad auténtica, destacó, que pasa por un llamado a hacer penitencia.
Entonces, dijo, el penitente responde aceptando “ponerse al servicio de los demás y usando la misericordia" con los pobres, los frágiles y afligidos.
Y el resultado es la felicidad: "Lo que me parecía amargo se convirtió en dulzura de mente y cuerpo”. Así como fue la conversión de San Francisco, explicó.
La Orden Franciscana Seglar también está conformada por sacerdotes y obispos que acompañan a los laicos según su vocación específica.
Santa Isabel de Hungría es la patrona de la Orden Franciscana Seglar, rememoró el Papa.
Ella era hija del rey Andrés II el Hierosolimitano y su esposa Gertrudis de Andechs-Merania.
Isabel se quedó viuda siendo aún joven, dedicó su riqueza a los pobres, construyó hospitales y allí atendió personalmente a los necesitados.
“Les animo también a salir a las periferias, a las periferias existenciales de hoy, y a hacer resonar allí la palabra del Evangelio”, invitó el Papa a seguir la misión de la Orden.
"Que el Señor os bendiga y que Nuestra Señora, "Virgen hecha Iglesia", os proteja. Y, por favor, no olvides rezar por mí. Gracias", concluyó.