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La leyenda dorada, de Santiago de la Vorágine

GOLDEN LEGEND
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José Ángel Barrueco - publicado el 16/11/21
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Una selección de sus hagiografías a cargo de Alberto Manguel

Durante años he querido leer La leyenda dorada, una compilación de vidas de santos escritas por Santiago de la Vorágine, dominico y obispo de Génova llamado de nacimiento Jacopo della Voragine, quien nació en 1230 y falleció en 1298.

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La edición completa y original siempre se me escapaba por motivos económicos o por razones de tiempo: fue publicada en dos volúmenes en Alianza, que juntos suman unas mil páginas y cuestan alrededor de 70 euros. De modo que fui posponiendo su compra.

A posteriori, y tras algunas reediciones, la misma editorial publicó una selección de Alberto Manguel en bolsillo, que incluye un meritorio prólogo. Salió en 2004 y, cuando me interesé por ella, creo que fui incapaz de encontrarla: los libros desaparecen de las mesas de novedades e incluso de los fondos de las librerías a una velocidad que asusta.

En 2017 publicaron la primera reimpresión de esta antología de Manguel, que cuenta con la traducción de Fray José Manuel Macías. Creo que fue entonces cuando la compré. Pero luego, como sucede con quienes poseemos tantos libros, otras lecturas se cruzaron en su camino. Ahora ya lo he leído, y lo he disfrutado tanto que seguramente algún día intente encontrar la versión completa.

Para quienes hayan estado en mi situación (no quieren gastarse tanto dinero en dos volúmenes ni enfrentarse a mil páginas de una misma obra), esta selección de La leyenda dorada resulta muy adecuada. Se echa de menos que no incluya la historia de Simeón Estilita (que inspiró a Luis Buñuel su Simón del desierto). Pero da igual: es un aperitivo perfecto.

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Violencia, torturas y martirios

La primera advertencia al lector despistado es que estas narraciones contienen más violencia que Juego de Tronos, por citar una obra célebre de estos tiempos. A muchos de los santos (tanto hombres como mujeres) los torturaron, los martirizaron con un ingenio tan cruel que a veces la página se le atraganta a uno. Si usted es un lector con una imaginación fértil, le aseguro que lo pasará mal.

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A quienes predicaron la palabra de Dios se les hizo de todo para evitar que creyeran en el monoteísmo cristiano: a las mujeres les cortaban los senos, a todos los metían en sartenes con aceite hirviendo, les aplicaban garfios a la carne hasta que se les veían las costillas, los atormentaban en celdas sin comida ni agua, les descoyuntaban los huesos en el potro, los atravesaban con flechas hasta dejarlos como alfileteros, los entregaban a los leones, los azotaban para luego echarles sal en las heridas, los sometían a las brasas, los crucificaban bocabajo, les cortaban la cabeza con espadas…

Fantasía e hipérbole

La segunda advertencia que debo hacer a quienes aún no hayan leído esta hagiografía es que la relación de hechos recogidos por Santiago de la Vorágine se inscribe en muchos casos en los parámetros de la fantasía y la hipérbole. El enunciado tampoco deja lugar a dudas: estamos ante una leyenda. Pero se trata de literatura auténtica.

LEYENDA DORADA 2

Narraciones que lindan con el cuento, o incluso con la fábula. Sus páginas están repletas de cientos de soldados que van a prender a una sola persona, o que tiran de cuerdas para desmembrarla; de innumerables heridas que desaparecen de los cuerpos de los mártires por intervención divina; de torturas que era imposible que un ser humano soportarse sin morirse; de dragones a los que alimentan con gente que acepta el sacrificio tras participar en un sorteo de futuras víctimas; de posesiones diabólicas y exorcismos sencillos…

Es un libro sobre la fe

El subtexto que predomina entre tantos suplicios, conversiones y cabezas cortadas es evidente: es un libro sobre la fe. Sobre cómo la fe de los creyentes es más poderosa que cualquier arma o argucia del enemigo. A muchos de los mártires, una vez prisioneros, les invitan a “adorar a los ídolos” y ofrecerles sacrificios. Ellos son obstinados y se niegan a doblegarse, incluso sabiendo que las amenazas de torturas y fechorías se cumplirán al pie de la letra.

Si los datos que he consultado son correctos, Santiago de la Vorágine dedicó 30 años a escribir esta obra, basada en más de 130 fuentes. Aunque pusieron en tela de juicio su verosimilitud y el uso de fuentes apócrifas, La leyenda dorada inspiró a muchos artistas y, según nos cuenta Alberto Manguel en su prólogo, “fue, después de la Biblia, el libro más popular de la Edad Media”. Su selección, como él mismo indica, “intenta dar sólo un sabor de estas antiguas lecturas”.

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