Sucedió el sábado 20 de noviembre, un día antes de la fiesta de Cristo Rey y previo a la primera vuelta electoral. Más de 150 jóvenes de diversas zonas de Santiago pudieron realizar la peregrinación “María Joven” luego de casi dos años de freno por la pandemia del coronavirus.
Lo hicieron en procesión hacia el Cerro San Cristóbal, lugar más que representativo de Santiago desde el cual el papa San Juan Pablo II bendijo al país durante su visita en 1987. Pero también recordado por los mensajes de San Alberto Hurtado a los jóvenes.
La Inmaculada
Es ahí donde está la imagen de la Inmaculada Concepción, que se destaca, por ejemplo, por sus 12 metros de altura sobre una base de hierro y concreto. También recordada por acompañar a los suyos durante la pandemia y hasta por haber soportado varios terremotos desde 1908 cuando fue instalada y bendecida en la cumbre del cerro.
En el marco del Mes de María, que se celebra en noviembre en Chile, los jóvenes pudieron volver a recibir el abrazo de la Virgen.
Según informó la Iglesia de Chile, la peregrinación fue organizada por la Vicaría Cordillera y hubo instancias de oración, reflexión y hasta de celebración religiosa.
“Estoy muy contento por la peregrinación. La idea es retomar este santuario mariano y como el padre Hurtado tenía la noche de las antorchas donde venían todos a rezar, así también los jóvenes de nuestra zona puedan rezar a los pies de la Virgen Inmaculada”, explicó el asesor de la zona Cordillera, el padre Pablo Olivares, continuó la Iglesia de Chile.
Una imagen que “brilla” más que el sol
Los efectos de este contacto juvenil con la Virgen ha sido también sinónimo de ánimo. Las imágenes así lo confirman. Pues todo aconteció en un momento más que significativo para Chile.
“Estoy aquí por mi amor a la Virgen, a Jesús y a mi país, también porque es una muy linda instancia donde nos unimos como Iglesia. Un gesto de amor hacia nuestra madre aquí a los pies de la Inmaculada Concepción”, dijo una de las jóvenes participantes.
“Espero que las próximas misiones sean súper gratificantes y que nuestro granito de arroz pueda seguir ayudando a los demás”, recordó otro de los participantes.
Fue así como la Inmaculada recibió a los jóvenes. Ella se encargó de contagiar de esperanza y luz a los suyos. Ese día sin lugar a dudas su imagen “brilló” más que el sol.