‘Los flamencos cantan a Dios’ es el título de un espectáculo de la Familia Losada, también conocido como ‘Misa Flamenca’, y con el que llevan casi veinte años recorriendo el mundo.
Pero la frase también podría describir el gusto del mundo gitano por llevar la celebración religiosa a los escenarios, ya sea con misas como la de los Losada, o, más comúnmente, mediante espectáculos navideños como la Zambomba, de los que Antonio de Verónica y la familia Cortés tienen una excelente versión, aunque muchos otros flamencos también ofrecen su propio repertorio.
Losada no concibió la Misa flamenca con la intención de hacer proselitismo, sino más bien como expresión de gratitud. “Yo era muy ateo, pero pasaron cosas graves en mi familia, que pusieron en peligro la vida de mi hijo, y en ese momento alcé la mirada al cielo y dije: ‘Si existes, es el momento de que actúes’. Y existió y actuó. Desde entonces sentí que tenía una deuda con Dios que intenté saldar con esta Misa Flamenca, que surgió años después, porque me llevó mucho tiempo pensarla y darle forma”.
“La misa está concebida para decir que Dios está ahí, porque a mí me lo ha demostrado”, explica Losada. “Pero yo no soy un fanático. Mi misa la pueden escuchar por igual creyentes o ateos, por la belleza de la música y del baile, aunque, cuando me preguntan, no puedo negar que surge de una deuda con Dios”.
La obra sigue la estructura de la misa y a cada momento se le asigna un palo flamenco o un estilo musical. “Hay momentos muy solemnes y de mucha interiorización, como el Padre nuestro, y otros que son muy alegres”, explica. “Y todo ello sin renunciar a una cierta improvisación, porque sin ella el flamenco no es flamenco”.
Losada recurre a ritmos a tres, baladas, tangos, granaínas y otros palos para dar cuerpo a su obra, con todos los elementos de la misa: Canto de Entrada, Canto Penitencial, Kirie, Gloria, Credo, Santo, Padre Nuestro, el Cordero y el Canto de Despedida.
“El baile se concentra en el Padre Nuestro y el Canto de Despedida que es lo más alegre de la misa en cuanto a ritmo. Estoy muy orgulloso de mi Misa Flamenca, porque se trata de un espectáculo único”, explica Tito Losada, que ha colaborado con otros artistas flamencos como Antonio Canales y Juan Carmona o con diseñadoras como Agatha Ruiz de la Prada.
A lo largo de los últimos años, la Misa Flamenca ha tenido varias encarnaciones. En un formato más sencillo, más camerístico y flamenco; pero también con acompañamiento de orquesta sinfónica o con coros gregorianos. En el año 2015 se reinventó como Oración Flamenca, con algunas modificaciones.
Con esta obra la familia Losada ha viajado por todo el mundo, representándola en América del Norte y del Sur, Asia, Europa… pero el líder del clan se lamenta de que últimamente es más difícil llevarla a escena en España. Exige un gran despliegue de medios humanos (bailarines, cantantes…) y la rentabilidad no recompensa el esfuerzo. “Es un clásico, y yo estoy dispuesto a representarla siempre, pero no puedo perder dinero, como ha ocurrido durante este año. Espero que esto cambie”.
Pero la querencia del mundo flamenco por la misa tiene muchas otras manifestaciones y muy especialmente en el terreno de la canción, en el que son muchos los intérpretes que han grabado su propia versión. La más célebre es la del magistral cantaor Enrique Morente, pese a no ser un hombre especialmente religioso, pero otros artistas como Piñana, el guitarrista Paco Pena, que tiene una versión con el coro de la Academy of St. Martins in the fields, o Fosforito, tienen versiones completas.
Pero si las misas tienen una presencia en el mundo flamenco que no tienen en otros estilos musicales en España, lo mismo cabe decir de los villancicos. Existe toda una sección de grabaciones con versiones flamencas de los clásicos populares. En este caso casi podría decirse que no hay cantante flamenco que no haya grabado algún villancico.
Los tienen José Mercé, Estrella Morente o Niña Pastori, pero si vamos hacia atrás aparecen nombres como Lola Flores, Antonio Mairena, Niña de la Puebla, Antonio Molina, Marifé de Triana, Manolo Caracol, o la Paquera de Jerez.
Pero la versión escénica de esa pasión flamenca por los villancicos se concreta en las Zambombas, una celebración navideña de carácter popular en la que los miembros de una familia, vecinos y amigos se unen en torno al fuego, el anís y unas pastas para cantar y bailar al modo flamenco.
Dentro de esta modalidad, el espectáculo de Antonio de Verónica, Saray Cortés y la familia Cortés es especialmente valorado por el modo como recrea el carácter popular de esta celebración gitana. “Mi familia es de una barriada de Málaga, Palma Palmillas, y todas las Navidades se juntaba en el patio con los demás vecinos para cantar y bailar en torno a una hoguera”, recuerda De Verónica. Hace unos años, a propuesta del Teatro Cervantes de la localidad se animó a reproducir en el escenario esa celebración popular, y en ello sigue. De hecho, este mismo año, en septiembre, ha vuelto a representarse en la misma sala.
“Para mí el villancico es algo muy emocional”, explica Antonio de Verónica. “En ‘La cuna’, por ejemplo, se nos anima a reunirnos en una única familia, que nos perdonemos los errores y que superemos las dificultades. Que olvidemos lo malo y disfrutemos de lo bueno”, explica el bailarín flamenco. Esa idea celebrativa, de unirse para disfrutar y compartir es esencial en esta fiesta.
“Los gitanos tenemos la tradición de juntarnos mucho para celebrar juntos. Nos encanta reunirnos con el más viejo y con el más joven. Es una gran alegría el vernos”. Ese espíritu es el que recoge su ‘Zambomba flamenca’, un espectáculo que reproduce el ambiente de patio de vecindad, con sus botellas de anís y polvorones, y hasta una hoguera simulada. “Y si alguien del público se anima a marcarse unas sevillanas, o a cantar con nosotros, o tocar la pandereta, siempre es bienvenido”.
Tradición, familia, pero ¿también fe? “La fe es muy importante y el Señor tiene que estar en nuestro camino siempre, porque es nuestra fuerza más grande”, asegura Antonio de Verónica.
“¿Cómo podríamos vivir sin fe? Si no creemos en Dios, ¿en qué creemos?, ¿a qué nos agarramos para seguir adelante? La fe da mucha paz y hay que contribuir a darnos paz unos a otros”, asegura. “Nunca se puede perder la magia en la vida”.