Los derechos fundamentales no son "favores" que se otorgarían a los más frágiles. Lo expresó el papa Francisco al recibir este viernes, 10 de diciembre de 2021, a los miembros de la Unión de juristas católicos italianos.
Los expertos en derecho están reunidos para su 70º Congreso Nacional de estudios en Roma.
Refiriéndose a su reciente visita a Lesbos en Grecia (5 de diciembre), el Papa se entristeció de que aún queda demasiado por hacer para proteger los derechos de los más vulnerables.
Derechos que no son "una concesión gubernamental" a los pobres sino que derivan "del reconocimiento de la dignidad humana común a todos".
En su discurso, el Papa arremetió contra "un sistema económico y social que pretende incluir la diversidad pero que, de hecho, excluye sistemáticamente a los que no tienen voz."
Dentro de este sistema, señaló, "el que no puede gastar y consumir parece no tener valor".
Al contrario, dijo Francisco, “lo que nos hace humanos” no es “la ley del más fuerte” sino el hecho de “garantizar concretamente” el derecho de todos a la atención física, psicológica y espiritual.
Por supuesto, el Papa abogó por a un salario justo y condiciones de trabajo dignas.
En este sentido, Francisco defendió especialmente a los jornaleros o bracero “utilizados” para las cosechas y pagados “miserablemente”.
De hecho, el Papa reitera en varios de sus alocuciones que la ‘bandera’ de los pobres es del cristianismo, pues misericordia y justicia se complementan.
Precisamente, los dos mandamientos de la caridad son: Amar a Dios sobre todas las cosas, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
El Papa lo recuerda a los juristas católicos que, no por un moralismo etéreo, están llamados a aplicar las leyes. Esto bajo la regla de oro (Mt 7, 12) “todo cuanto quieran que los hombres les hagan, así también hagan ustedes con ellos”.
El Papa recordó implícitamente las cuatro virtudes cardinales a los juristas católicos: prudencia, justicia, fortaleza y templanza para defender a los más pobres. Una justicia social que se encuentra incluso en las bienaventuranzas (Mt. 5, 3-13).