“Jesús no quiere venir sólo a las cosas pequeñas de nuestra vida, sino también a nuestra pequeñez: cuando nos sentimos débiles, frágiles, incapaces, incluso fracasados”, dijo el Papa Francisco en su homilía durante la Misa de Nochebuena del 24 de diciembre de 2021.
En la Basílica Vaticana, el Pontífice ha presidido la Misa en la Solemnidad de la Navidad del Señor 2021. “Hoy todo se invierte: Dios viene al mundo pequeño. Su grandeza se ofrece en la pequeñez.”
El Papa besó e incensó la imagen del Niño Jesús y 10 niños de varias nacionalidades le llevaron una ofrenda de flores.
Asimismo, concelebraron con el Papa 26 cardenales, 18 obispos y 160 sacerdotes. 1500 fieles estuvieron presentes en la Basílica Vaticana para respetar las normas anti-covid. Todos usaron la mascarilla.
Durante la Celebración Eucarística, tras la proclamación del Santo Evangelio, el Papa pronunció la homilía en la que invitó a volver a Belén. “Hoy todo se invierte: Dios viene al mundo pequeño. Su grandeza se ofrece en la pequeñez”.
La gracia de la pequeñez
Esto es lo que podemos pedir a Jesús para Navidad: la gracia de la pequeñez. “Señor, enséñanos a amar la pequeñez. Ayúdanos a comprender que es el camino para la verdadera grandeza”.
El Obispo de Roma invitó a “creer que Dios quiere venir en las pequeñas cosas de nuestra vida, quiere habitar las realidades cotidianas, los gestos sencillos que realizamos en casa, en la familia, en la escuela, en el trabajo.”
Es un mensaje de gran esperanza, comentó el Papa: “Jesús nos invita a valorar y redescubrir las pequeñas cosas de la vida. Si Él está ahí con nosotros, ¿qué nos falta? Entonces, dejemos atrás los lamentos por la grandeza que no tenemos. Renunciemos a las quejas y a las caras largas, a la ambición que deja insatisfechos”.
No herirlo con la indiferencia
“Que en esta noche de amor nos invada un único temor: herir el amor de Dios, herirlo despreciando a los pobres con nuestra indiferencia. Son los predilectos de Jesús, que nos recibirán un día en el cielo.
Una poetisa escribió: «Quien no ha encontrado el Cielo aquí abajo, difícilmente lo encontrará allá arriba» (E. DICKINSON, Poemas, P96- 17). No perdamos de vista el Cielo, cuidemos a Jesús ahora, acariciándolo en los necesitados, porque se identificó en ellos”.
En su homilía, el Papa instó a contemplar el pesebre. “Esta noche te dice: “Te amo tal como eres. Tu pequeñez no me asusta, tus fragilidades no me inquietan. Me hice pequeño por ti.”
La dignidad del trabajo
El Papa recordó en esta Navidad “la dignidad del hombre” que “es puesta a prueba”. El niño de Belén - dijo - “viene a ennoblecer a los excluidos y se revela sobre todo a ellos; no a personajes cultos e importantes, sino a gente pobre que trabajaba”.
“Esta noche, Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo”.
Volvamos a Belén
Contemplemos una vez más el pesebre, instó el Papa, “dirigiendo la mirada hacia donde se divisan los magos, que peregrinan para adorar al Señor”.
“En Belén están juntos los pobres y los ricos; los que adoran, como los magos, y los que trabajan, como los pastores. Todo se recompone cuando en el centro está Jesús; no nuestras ideas sobre Jesús, sino Él, el Viviente”.
“Entonces, queridos hermanos y hermanas, volvamos a Belén, volvamos a los orígenes: a lo esencial de la fe, al primer amor, a la adoración y a la caridad.
Contemplemos a los magos que peregrinan y como Iglesia sinodal, en camino, vayamos a Belén, donde Dios está en el hombre y el hombre en Dios; donde el Señor está al centro y es adorado; donde los últimos ocupan el lugar más cercano a Él; donde los pastores y los magos están juntos en una fraternidad más fuerte que cualquier clasificación.
Que Dios nos conceda ser una Iglesia adoradora, pobre y fraterna. Esto es lo esencial. Volvamos a Belén”.
Por ultimo, el Papa pidió a los fieles alegrarse “juntos, porque nadie podrá apagar nunca esta luz, la luz de Jesús, que desde esta noche resplandece en el mundo”.