Ir al gimnasio, caminar una hora al día, hacer dieta, subir a nuestro piso por las escaleras sin coger el ascensor… Muchas personas se plantean cada inicio de año todas estas intenciones como un objetivo para conseguir “estar en forma” y tener un cuerpo de 10.
Pero sabemos que lo que Dios quiere de nosotros no se centra solo en eso. Dios quiere que seamos mejores cada día que pasa, ejercitando las virtudes. Mostrándonos caritativos con los demás, amándolos y sirviéndolos.
Podemos estar en forma llevando a cabo acciones de servicio a los demás. Mientras ejercitamos nuestros músculos, ensanchamos nuestro corazón.
Amar a Dios y al prójimo
Ya lo dijo Jesús y los Evangelios lo recogen:
Un día, mientras Cristo enseñaba, uno de los escribas le preguntó: “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?”. Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”.
“Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12, 28–31).
Por esta razón debemos estar siempre disponibles para servir. De esta forma seremos buenos discípulos del Señor: serviremos como él lo hizo. Practicaremos la caridad.
Del mismo modo, la Madre Teresa de Calcuta lo dice bastante claro: "No basta con que digamos: Yo amo a Dios, pero no amo a mi prójimo".
Servir con alegría
Además, este servicio debe ser alegre, como nos recomienda la Sagrada Escritura:
También debe ser un servicio desinteresado, diligente, realizado con gozo y esmero, cuidando los detalles, para hacer felices a los que nos rodean. En ocasiones pueden resultar trabajos “escondidos”, que lucen poco, o molestos y costosos. Pero todos ellos son necesarios para la convivencia.
En esto consiste la vida: en una serie de servicios mutuos diarios.
Ocasiones para “ponernos en forma” sirviendo
Hay múltiples ocasiones para “ponernos en forma” y cumplir así nuestro propósito de año nuevo: en el trabajo profesional, en la vida de familia, con los amigos y familiares o con vecinos y conocidos. Incluso con personas que quizás no convivamos de manera habitual.
Veamos pues algunos ejemplos de servicio que podemos ofrecer:
Mirad cómo se aman
Los miembros de las primeras comunidades cristianas se llamaban hermanos. Según narran los Hechos de los Apóstoles, “tenían un solo corazón y una sola alma”. De hecho, se querían tanto que los paganos decían de ellos: “Mirad cómo se aman”.
Por esta razón, este inicio de año deberíamos preguntarnos: ¿cómo sirvo yo a los demás?, ¿Estoy en forma en este sentido? Hagamos propósitos para vivir la caridad.