La gente al llegar al río Jordán a menudo queda decepcionada. El magnífico Jordán conocido por las Sagradas Escrituras resulta ser un torrente con agua opaca de color marrón verdoso.
No son las aguas del Jordán las que tienen poder, sino Jesús.
El bautismo de Juan era un lavado ritual que simbolizaba la purificación de los pecados.
Sólo el bautismo que Jesús trajo es el bautismo profetizado que quita todos nuestros pecados y nos hace hijos de Dios.
También Jesús fue bautizado
Un Dios sin pecado va a Juan para ser bautizado. No va a confesar ningún pecado, sino a dar lo que Juan no puede procurar.
La gente iba al Jordán porque quería recuperar la dignidad de ser hijos de Dios.
Gracias a Jesús, esto se hizo posible. Dios nos ha adoptado en el sacramento del Bautismo.
En el Bautismo, el pecador se convierte en un hijo de Dios.
"Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco"
Dios nos mira como miró a Jesús. En nuestro Baptismo, oímos que somos hijos amados de Dios.
Gracias a Jesús, podemos llamar a Dios Papá, el mejor Padre. Podemos llegar a ser como Jesús y, como Él, resistir los ataques del demonio en el desierto.
El Bautismo nos da ese poder, porque el Espíritu Santo también desciende sobre nosotros y mora en nosotros. En el Bautismo, el cielo se abre para nosotros.
¿Sabes la fecha de tu Bautismo? El papa Francisco a menudo lo pregunta porque aquel día nuestras vidas cambiaron; Dios nos adoptó.
Si no sabes la fecha, puede buscarla en el Libro de Registro de Bautismos en la parroquia donde fuiste bautizado.