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¿Cómo llevarse mejor con los pentecostales? Caminos para el diálogo

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Miguel Pastorino - publicado el 21/01/22
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Algunos consejos para aquellos católicos que quieran acercarse mejor a otros cristianos de iglesias pentecostales

Si bien podemos estudiar los diferentes diálogos que ya existen entre la Iglesia Católica y las iglesias pentecostales, que tiene ya unas décadas y varios acuerdos teológicos con algunas iglesias, en América Latina (y ahora en España también), no siempre se sabe cómo vincularse con las nuevas iglesias pentecostales, ya que no responden al modelo de diálogo ecuménico que se practica con las Iglesias Protestantes históricas. 

¿Qué hay que tener en cuanta para un diálogo pastoral en contextos de misión? ¿Cómo acercarnos a nuestros hermanos cristianos pentecostales y comprender su visión de la fe y de la experiencia cristiana? Los siguientes puntos surgen de mi propia experiencia en el diálogo con pastores pentecostales desde hace veinte años, en los que he tenido que traducir a su mundo la doctrina católica y traducir para los católicos la mentalidad pentecostal. El verdadero ecumenismo surge cuando hay verdadera amistad y desde la experiencia de que no compartiendo la misma tradición doctrinal, nos une una misma fe y una misma experiencia espiritual. En esta ocasión estos consejos están dirigidos a los católicos que quieran acercarse mejor a otros cristianos de iglesias pentecostales. 

1. En primer lugar es necesario ser conscientes de los propios prejuicios intelectuales, teológicos y pastorales, no minusvalorando la dimensión emocional y experiencial de la fe, tan importante para los pentecostales. 

2. Para un pentecostal lo más importante es el testimonio de conversión y su relación personal con Jesucristo. De ahí que lo que más le interesa de cualquier otro cristiano no es su teología o sus conocimientos, sino su experiencia personal de fe y su amor por Jesucristo. Hablando con el corazón de la propia relación con Jesús, no se experimenta ninguna dificultad en el diálogo y es muy edificante para los involucrados en el mismo. En cambio, puede ser un gran error ponerse a discutir de cuestiones doctrinales, antes de haber compartido con ellos la propia experiencia de fe, siempre centrada en Jesucristo. 

3. La oración es fundamental en todo encuentro. Los pentecostales oran antes, durante y después de cualquier acontecimiento. Todo se vive y se hace “en presencia del Señor”. La oración que más valoran es la espontánea, que brota del corazón. No les dice nada cualquier rezo prefabricado o escrito. Es conveniente siempre orar con ellos mediante oraciones espontáneas, sin fórmulas de ninguna clase, o recitando salmos o himnos bíblicos. La palabra “rezar” la rechazan porque la entienden como repetir fórmulas aprendidas sin “corazón”, y prefieren la palabra “orar”, con la cual entienden el verdadero diálogo sincero con Dios. 

4. El uso de la Biblia es central en toda conversación. Si se toca cualquier tema doctrinal sin fundamento en la Biblia, es como no haber dicho nada. Limitarse a temas con fundamento bíblico es un buen comienzo para dialogar sobre creencias. El lenguaje para referirse a cuestiones de fe ha de ser bíblico y evitar la jerga magisterial o demasiado abstracta. Ellos pueden no compartir la interpretación de tal o cual texto bíblico, pero siempre escucharán a alguien que tiene como fundamento de toda su doctrina la Palabra de Dios. 

5. La mayoría de los pentecostales están muy preocupados por cuestiones de bioética, por lo que están en plena sintonía con el Magisterio de la Iglesia en temas como el aborto, la eutanasia, etc. Estos suelen ser temas en los que les interesa aunar esfuerzos con los católicos para la defensa de la vida y de la dignidad de todas las personas

6. Lo importante para el pentecostal es la evangelización y la conversión de las personas a Cristo, por lo tanto, no les gusta perder tiempo en actividades burocráticas que no edifican en la fe y no sirven directamente a la evangelización. El ecumenismo con ellos prácticamente se limita a encuentros de oración, instancias de evangelización común –eventos masivos, musicales, predicadores–, y la lucha por defender los valores cristianos, especialmente la familia, en lo social y lo político.

7. Evitar el término “ecumenismo” o “ecuménico”, porque tiene una connotación negativa para ellos, asociada al relativismo, a las teologías secularizantes o al protestantismo liberal. Por lo cual es mejor usar en su lugar otras expresiones: encuentro de unidad cristiana, encuentro de fraternidad cristiana, etc. 

8. Ellos son proselitistas cuando perciben tibieza espiritual o falta de conversión, e irán a evangelizar a quien sea, sin importar a qué iglesia pertenezca. Pero si quien dialoga con ellos manifiesta pública y claramente su conversión, su amor a Jesucristo, su devoción a la Palabra de Dios y la experiencia del Espíritu Santo, les hará sentir que no tienen que evangelizarle, sino que lo sentirán un hermano “en Cristo”, sin importar si es católico, anglicano, luterano o bautista. El pentecostal no quiere ganar gente para su iglesia, sino para Cristo. Si alguien se manifiesta convertido con entusiasmo, no es objeto de proselitismo. En cambio, un católico nominal que no parece muy convencido de su fe, irán a evangelizarle con todo lo que tengan. 

9. Es importante evitar el diálogo innecesario sobre temas que puedan generar confusión o controversia doctrinal (dogmas marianos, intercesión de los santos, sacramentos, devociones, etc.). No se puede comenzar una conversación con pentecostales hablando de temas controversiales con ellos. Pero cuando ya existe una buena relación, les interesa conocer los fundamentos de nuestras doctrinas, aunque no los compartan. 

10. Los pentecostales tienen la imagen de que un católico es una persona que cree intelectualmente en ciertas verdades y dogmas, pero no ha tenido una experiencia vivencial de Dios en su corazón, que no ha experimentado una auténtica conversión. Muchas veces es cierto, y por eso es importante abrir el corazón para hablar de Dios con ellos. El testimonio de fe es fundamental como vehículo para hablar de Dios. Todas sus prédicas están cargadas de testimonios de lo que Dios hace hoy, y por esta razón solo encuentran fe en alguien que tenga un testimonio de fe que compartir, no una doctrina que explicar. Pero si un católico solo habla de valores, pero no de su relación personal con Jesús, les parecerá lo mismo que estar con un ateo. 

11. Para un pentecostal no existe un verdadero cristiano que no someta toda su vida a Dios y por tanto, todo tiene que ver con él; valoran mucho cuando otro cristiano expresa la centralidad de Dios en su vida. 

12. Para un pentecostal la autoridad de la Palabra de Dios es incuestionable, por lo que no les cae muy simpática una interpretación bíblica que relativice las exigencias evangélicas. De ahí que admiren a cualquier cristiano cuya fe es testimoniada con un estilo de vida intachable. Suelen decir parafraseando a san Pablo que “Quien ha conocido a Jesucristo no puede vivir según los criterios del mundo”. 

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