Ángela de Mérici es una religiosa italiana que instituyó en el siglo XV una orden de mujeres llamada de santa Úrsula.
Cuando Ángela tenía 10 años, ella y sus hermanos quedaron huérfanos y fueron criados por su tío, quien era un hombre de mucho dinero, al norte de Italia.
Su hermana mayor murió repentinamente y sin recibir los sacramentos, hecho que la marcó profundamente. Siendo una adolescente, se hizo terciaria franciscana y vivió con mucha austeridad, rechazando todos los beneficios y lujos que había tenido antes.
Se dedicó a enseñar catecismo a los pobres y durante una visita a Roma se encontró con el papa Clemente VII, quien le pidió hacerse cargo de unas enfermeras.
Sin embargo, ella le comentó sobre una visión que había tenido donde Jesús le pedía conformar una sociedad de mujeres, por lo que había creado una especie de noviciado informal.
El Pontífice le concedió hacerlo formalmente y ella tuvo una visión de santa Úrsula, así que decidió llamar a su compañía Las Ursulinas.
Un grupo inicial de 28 religiosas que se encargaba de educar en la fe a niñas (especialmente aquellas de bajos recursos) y a cuidar a los enfermos.
Finalmente, en 1544 el papa Pablo III las reconoció (cuatro años después de la muerte de Ángela) y en 1565 se organizaron como congregación.
La finalidad de las ursulinas era vivir una vida de perfección en el mundo y enseñar los caminos del Señor a las niñas y adolescentes, sobre todo a las pobres. Sería la primera orden femenina dedicada a la enseñanza.
Santa Ángela murió en Brescia, ciudad de Lombardía.
Santa patrona
Santa Ángela de Mérici es patrona contra las enfermedades corporales, patrona de los enfermos, de las personas con discapacidad y de quienes han perdido a sus padres.
Oración
Señor, esperanza y vida mía.
Recibe, Señor, mi corazón,
mi libertad y mi voluntad.
Todo mi obrar y mi pensar,
te entrego, Señor, todo lo mío,
ofrezco a tus pies todo mi ser,
recíbelo, te lo ruego yo
que no merezco
nada de ti,
ilumina mi corazón,
que no te ofenda jamás.
Fortalece mi espíritu
para que nunca
se aparte de tu rostro
para que no
me separe de ti,
ilumina mi corazón
que no te ofenda jamás.
Fortalece mi espíritu,
para que nunca
se aparte de tu rostro
para que no
me separe de ti.
Amén.