En Chile, miles de personas viven su fe y devoción a Dios, a través de diversos Bailes Religiosos, instituciones católicas que se reúnen a rendir culto a la Santísima Virgen por medio de la danza. Estos Bailes son una forma de alabanza que tienen su origen en 1585 cuando nace la primera expresión a los pies de la Virgen del Rosario de Andacollo. Con el paso de los años, se fueron masificando y llegaron a otras zonas del país, creando nuevas expresiones con diferentes ritmos, trajes e instrumentos.
Nacidos en la pampa salitrera
En Antofagasta, norte de Chile, se encuentra la “Asociación de Bailes Religiosos oficina Pedro de Valdivia”, agrupación integrada por cerca de 900 personas nacidas en la pampa, compuesta por 12 bailes, cada uno con identidad e historia propias bajo la fe y devoción a nuestra Sra. del Carmen.
Su presidente, Alejandro Rodríguez, señala: “Somos una gran familia, desde que se nace pasamos a formar parte de un baile, vivimos esta tremenda tradición de devoción popular que va pasando de generación en generación. Como baile religioso vamos por la evangelización, todo parte de nuestra vida cristiana, de la fe”.
Los inicios de esta Agrupación se remontan a la década del ’50 cuando en la oficina salitrera de Pedro de Valdivia, región de Tarapacá, se fueron conformando distintos bailes devocionales. Con el cierre de la oficina salitrera el año 1996, emigraron radicándose su mayoría en la región nortina de Antofagasta.
No es fácil llevar un baile religioso, señala el presidente de la agrupación, quien agrega que: “Además de la práctica, ensayos y dedicación, representa un alto costo económico para producir los trajes, mantener la banda, los instrumentos y artefactos, lo que requiere de una gran organización y preparación. Cada baile tiene su propia indentidad y significado según la expresión”.
Orando con el cuerpo
Durante la quincena de enero de este 2022, la Arquidióceis de Santiago, fue sede del XXVII Congreso Bi-Nacional de Bailes Religiosos, que contó con delegaciones provenientes de Arica, Calama, Copiapó, La Serena, Coquimbo, Andacollo, Valparaíso, San Bernardo, Rancagua y de la Región Metropolitana, asociados en AMBAR (Asociación Metropolitana de Bailes Religiosos).
Al término del encuentro, el Cardenal Celestino Aós señaló: “Quien participa en un baile religioso, lo hace por una promesa, es pertenencia a un grupo, es sentirse parte de un colectivo, es una familia. Quien baila reza con las manos, con los pies, con la cara, con el cuerpo”.
Una de las asistenes a dicho Congreso fue la Caporal Camila Morelos, miembro de uno de los 15 bailes religiosos que conforman AMBAR, la joven, se inició en la danza cuando tenía cuatro años al presenciar esta expresión que la cautivó en su más tierna infancia: “Mis padres participaban de la capilla que fue sede cuando llegó el baile y me llamó mucho la atención, los colores, la música y fue cuando pedí ingresar. Es una forma de hacer pastoral muy diferente”.
Callejeando la fe
Camila ha cumplido el rol de guía de su baile “Gitanos devotos de la Santísima Virgen del Carmen” en Maipú por 10 años y hace dos fue elegida como la Caporal Mayor: “Es ser guía en la danza y en la fe, en cómo transmitimos que, a través del baile, estamos orando a Cristo por medio de la Virgen. Apoyamos a nuestros integrantes, enseñamos a orar, a vivir una vida espiritual distinta”.
“Sentir que uno va danzando de la mano de la Virgen en un camino que me lleva a Cristo, es lo máximo. Nosotros decimos que evangelizamos a través de la danza, que es ir callejeando la fe”, concluye la joven danzante quien se prepara junto a su grupo para volver a orar por medio del baile en marzo, cuando se realice la promesa de la Asociación en el Templo Votivo de Maipú.