La han llamado Neve (Nieve). Ella vivió hace 10.000 años, tan solo cuarenta días. Fue descubierta en una cueva de Liguria; es el entierro más antiguo de un recién nacido en Europa. Y eso no es todo. La forma en que se enterró a la bebé dejó atónitos a los eruditos, ya que estaba adornada con un juego de colgantes y conchas. Más precisamente: más de 60 cuentas en conchas perforadas y cuatro colgantes.
Alguien hizo todo lo posible por enterrar a esta niña con cuidado.
Los primeros rastros de este descubrimiento se remontan a 2017, pero solo hoy los estudiosos han documentado completamente el evento único que es este descubrimiento. Nos deja no solo un testimonio del cuidado con el que el hombre mesolítico ya trataba a los muertos, sino también de la importancia que se le daba a los recién nacidos.
Stefano Benazzi, profesor del Departamento de Patrimonio Cultural de la Universidad de Bolonia explica:
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Una niña enterrada en una cueva en Liguria
Estamos ubicados en Liguria, en la provincia de Savona. Arma Veirana es una cueva conocida desde hace mucho tiempo por los habitantes del valle del Neva (de ahí el nombre dado al recién nacido). Se encuentra alejado de la costa y es de difícil acceso, por lo que nunca ha sido objeto de investigaciones arqueológicas programadas. Sin embargo, un equipo internacional liderado por Italia exploró esta cueva, de unos cuarenta metros de profundidad y con una curiosa choza en la parte superior, sacando a la luz este increíble descubrimiento.
La crónica de este excepcional hallazgo nos lleva un paso más allá de la arqueología. Nuestros antepasados nos dejaron un mensaje: incluso la vida más reciente y frágil debe ser guardada con sumo cuidado. El gran valor de la niña está atestiguado por su devoción y cuidado en su entierro.
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Esto sucedió hace 10.000 años. El desarrollo de la conciencia y la sensibilidad humanas dieron un salto profundo. Las costumbres funerarias son un indicio inequívoco de lo que un pueblo piensa sobre el sentido de la vida, el misterio del ser. Ante la muerte de la bebé, el grupo puso el mayor cuidado en dejarla bella y adornada en su tumba en una cueva.
Los análisis indican que, en el momento de la muerte, Neve tenía entre 40 y 50 días, que su madre comía carne y que, quizás debido a algún estrés fisiológico, los dientes del feto habían dejado de crecer uno o dos meses antes del parto.
Vivió muy poco tiempo, probablemente ya tenía problemas antes de salir a la luz. Sin embargo, después de 10 mil años, todavía está bajo nuestros ojos para decirnos algo. Si nos hacemos pequeños, podemos mirar a la bebé Neve y ver la vida como un regalo de valor incalculable.
La vida comienza como algo pequeño y frágil. Depende de nosotros protegerla y cuidarla.