El beato Santiago Alberione fue el fundador de la Familia Paulina, compuesta de 5 congregaciones religiosas, 4 institutos de consagrados seculares y una asociación de laicos.
Para Don Alberione, era muy importante mostrar a Jesús como Camino, Verdad y Vida, adaptándose a la realidad y las necesidades que en cada momento tenían las personas.
Ver esas necesidades reales, escudriñar los “signos de los tiempos”, no es nada fácil. Pero el beato enseñaba a los consagrados y laicos de su gran familia, a apoyarse siempre en la oración:
Oración del consagrado
Jesús, apóstol del Padre:
Acepta el pacto que te presentamos por medio de María,
Reina de los Apóstoles, y de todos los santos.
Nosotros hemos de corresponder fielmente a tu plan de salvación:
alcanzar la santidad y gloria a que nos has destinado,
viviendo santamente tu llamado al apostolado.
Pero nos sentimos demasiado débiles, ignorantes, incapaces y limitados en todo:
en el espíritu, en la ciencia, en el apostolado y en la pobreza...
Tú, en cambio, eres el Camino, y la Verdad, y la Vida;
la resurrección, nuestro único y supremo bien.
Por eso confiamos sólo en ti, que nos has dicho:
"Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará".
Por nuestra parte, prometemos y nos comprometemos a buscar en todo
y con todas las fuerzas, en la vida y en el apostolado, sólo y siempre,
tu gloria y la paz de los hombres.
Contamos con que, por tu parte, nos des un espíritu bueno, gracia, ciencia
y los medios necesarios para cumplir la misión que nos has confiado.
Por tu inmensa bondad, y según las exigencias de nuestra vocación específica,
multiplica los frutos de nuestro trabajo espiritual, de nuestro estudio, nuestro apostolado y nuestra pobreza.
No dudamos de ti; pero tenemos miedo de nuestra inconstancia y debilidad.
Así, pues, por intercesión de nuestra madre, María, acógenos, Maestro bueno, con la misma misericordia usada con los santos Apóstoles, para que, imitándolos fielmente en esta vida, podamos compartir con ellos la gloria del cielo.
Amén
(Adaptación de una oración original, escrita por el beato Alberione)