En su juventud, Jerónimo (Girolamo) Emiliani era famoso por cometer actos violentos y por su desenfreno en el sexo. Pero, tras ser encarcelado por sus enemigos, se convirtió a Dios y se entregó al cuidado de los más necesitados, especialmente de los huérfanos y enfermos.
Junto con otros hombres inició la Congregación de los Clérigos Regulares de Somasca.
Después, mientras atendía a los enfermos en esa población de la Lombardía, se contagió de la peste y murió piadosamente en el año 1537.
Santo patrón
San Jerónimo Emiliani es patrono de los huérfanos.
Oración
Bendito san Jerónimo Emiliani, que pasaste por la tierra haciendo el bien;
caritativo padre de los más necesitados, noble y entregado servidor de los pobres,
que con dedicación consagraste tu vida a los demás, y pusiste todas tus fuerzas y energías en consolar y ayudar a los que sufrían carencias;
que con amor socorriste a los humildes, a los niños desamparados,
a las viudas y a los enfermos,
para tratar de conseguir tu propia santificación y la salvación de las almas y cuerpos de los afligidos,
y por ello Dios premió tu oración, tu sacrificio, tu compasión, tu desprendimiento y generosidad
permitiéndote obrar frecuentes prodigios y milagros.
¡San Jerónimo!
Conociendo lo agradable que eres ante Dios, y por los múltiples favores y milagros que por medio tuyo
se ha dignado otorgar a tus devotos,
acudo a ti para pedir tu ayuda,
no desprecies mis humildes súplicas
y llévalas a Dios,
pues, aunque tengo tristeza, sufro y las dificultades me agobian
confío plenamente en el Amor,
la bondad y misericordia de nuestro Padre celestial.
¡Oh santo de los pobres y afligidos!
glorioso san Jerónimo,
ahora que gozas de la alegría eterna
dame tu auxilio, amparo y protección,
alivia mis angustias y necesidades
sobre todo mis estrecheces económicas que ahora tanto me preocupan y abaten:
(hacer la petición),
te pido que por tu santa y poderosa intercesión, y con la gracia de Dios Misericordioso, sea escuchada mi oración y mi petición sea despachada favorablemente.
¡Oh, san Jerónimo, santo de los milagros!
Alivia el sufrimiento de mi corazón,
y haz que yo viva aquí como verdadero amante de nuestro Señor,
para poder gozar de Él, junto a ti, en el Cielo.
Amén.
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